Con ataque de pánico

El gobierno, ante el temor de un derrumbe político por el quinto retiro, presentó su propio -y desesperado – proyecto: la gente podrá acceder a su dinero, pero para pagarle a los bancos. Lo indecente de la proposición sólo encubre el derrumbe político del gobierno, a un mes de iniciar su mandato.

“Ni Piñera…”, esa frase antecedió la reacción de muchísimas personas a la jugada del gobierno para frenar el quinto retiro. Es cierto, la idea de que se autorice un retiro de los fondos previsionales “con seis causales” para pagar deudas, ha de ser vista con aprobación por el ex mandatario, que por estos días ya empezó a intrigar en su central de operaciones en Sanhattan.

Pero no porque a Piñera le guste, es una medida que funcione, eso debería haber quedado claro en los últimos cuatro años.

Al revés, la movida parece destinada a provocar “la tormenta perfecta” de la que le gusta hablar tanto al ministro de Hacienda, Mario Marcel.

Primero, ofende a todo Chile. Es un robo a mano armada presentado como beneficencia.

Segundo, demuestra que es capaz de sobrepasar cualquier límite, con tal de agradar a los dueños del capital.

Y tercero, como guinda de la torta, se deja, además, humillar, tanto por los dueños del capital como por la derecha.

En efecto, la asociación de AFP se quejó de que la maniobra para salvarlas a ellas era “improvisada” y que convertía los fondos de los trabajadores en un “Servipag para deudas vencidas”.

Ingratos.

Y la derecha… le bastó amagar con que podría, igual, votar a favor del quinto retiro -el real, se entiende- para que el gobierno se pusiera de rodillas, y en cinco minutos, y prometiera patrocinar una ¡reforma constitucional! inspirada en la campaña de las AFP “Con mi plata no” que había fracasado en la convención.

Para que se entienda bien: no es que la derecha presente un proyecto ridículo en ese sentido, no, el Ejecutivo, elgobierno de Gabriel Boric, lo hará en su nombre.  

Y si el gobierno pensó que esa degradación sería sólo un gesto vacío, la derecha, apenas vio la debilidad, precisó que su exigencia es bien específica: lo que quieren es que se modifiquen las normas de funcionamiento de la convención constitucional, o sea, aquellas en que se prescriben los dos tercios para introducir ahí, a la fuerza, su cláusula demagógica y protectora de las AFP.

Ni Piñera llegó a tanto.