¡Uy, qué tienen miedo!

En menos de dos semanas del nuevo gobierno, la bola de nieve llamada quinto retiro va agarrando velocidad y volumen. Así como va la cosa, Boric correrá en esta materia la misma suerte de Piñera: quedará aplastado por una iniciativa que busca apaciguar a un pueblo amenazante.

“No la vieron venir”.

O, peor, se apresuraron en declarar que “cabros, esto no prendió”.

Los proyectos legislativos que permiten a los trabajadores recuperar el 10% de sus fondos previsionales, para el gobierno de Boric, eran un asunto del pasado. Su impulso se había agotado, decían, luego del rechazo, en el Senado, del proyecto de cuarto retiro.

Por lo visto, el nuevo gobierno pensó que la gente ya había entrado en razón. Que se habrían dado cuenta de que afectar los intereses del capital financiero en favor de las necesidades de los trabajadores “no es bueno para el país”.

Y, además, pensaban los nuevos gobernantes, los efectos de la crisis económica mundial y de las alzas galopantes bien se podrían compensar con discursos, namasté, marchas militares y Mario Marcel.

Estaban confiados.

Por lo pronto, se decían en La Moneda, no hay peligro. No se puede tramitar un proyecto de ese tipo en el Congreso durante un año. Así lo había dictaminado, basándose en una norma constitucional, el presidente de la Cámara de Diputados de la legislatura pasada, Diego Paulsen.

Pero, al parecer, nunca les llamó la atención de que se hablara de un “quinto” retiro, en circunstancias de que nunca hubo un cuarto. Eso se debe a que la diputada Pamela Jiles se había anticipado en presentar un proyecto para el quinto retiro mientras se tramitaba el cuarto. Así se aseguraba de sortear la barrera constitucional que impide que un proyecto rechazado se vuelva a proponer antes de transcurrido un año.  

Pero, adicionalmente, la decisión de Paulsen no era válida, porque las normas establecen que no se puede volver un proyecto rechazado en la cámara de origen, en este caso, la de diputados. Pero, como todos saben, ahí había sido aprobado el cuarto retiro, antes de fracasar en el Senado.

El nuevo presidente de la cámara baja, el PPD Raúl Soto, sin embargo, no se atrevía a tomar una decisión y sometió la espinuda cuestión de la admisibilidad a una votación en la sala.

La derrota fue tan inesperada como resonante: 117 votos contra 26. Sólo un sector de la derecha apoyó la tesis del gobierno. Ahora todos los proyectos, son varios, serán tramitados.

Lo que parecía, hace un par de semanas, un asunto ya cerrado, ahora se vuelve el tema principal. La postura de defensa a cualquier costo de las AFP, asumida por el nuevo gobierno, no computa mucho con las pretensiones de los parlamentarios. Ellos saben, por experiencia, que no vale la pena apoyar a un gobierno débil. Al revés, más vale aprovechar esas debilidades para no ser ellos los que pierdan.

Todos lo saben, diputados y senadores, ministros y presidentes, presidentes de partido y funcionarios: el trasfondo de los retiros es la enorme fuerza que ha manifestado nuestro pueblo desde 2019.

Esa potencia está latente y atemoriza al régimen. Por eso hicieron, durante el gobierno de Piñera, esas cuantiosas concesiones.

Habrá que ver cómo continúa este juego político en el Congreso, el verdadero centro del poder político del régimen. Pero ya sabemos que un buen susto popular es un incentivo muy eficaz para que los señores y señoras honorables legislen medidas favorables para los trabajadores.