Ir al súper en estos días parece una película de horror. Para los dueños, sin embargo, es como una comedia romántica. Mientras más caras las cosas, ellos se forran. Según los últimos reportes financieros, el rubro aumentó el monto de sus ventas en un 15%.
Las alzas corresponden a un comparativo de ingresos entres los meses de octubre y diciembre: respecto del 2020, subieron un 15% y, comparado con los meses previos a la pandemia en 2019, un 40%.
Para tener una dimensión, el grupo Saieh, con sus supermercados Alvi -¡sí! esos mismos que lucen las súper ofertas populares- metió en su caja $75 mil millones de pesos en 2021. Pero, en total, con todas sus empresas de supermercados, el aumento fue de 154%, unos 90 millones de dólares muy verdes y gringos.
El grupo Saieh se jacta que ha vendido en estos últimos años como nunca desde su fundación en 2008. Es el tercer actor más poderoso de este mercado. Tiene 58 “cadenas” de supermercados. Una de ellos, el Unimarc.
“Estos excelentes resultados reflejan la ejecución de nuestras iniciativas estratégicas. En lo que respecta a nuestro eje estratégico de experiencia del cliente, potenciamos la venta a través de cambios en el surtido de productos, en línea con las preferencias de nuestros clientes, junto con un retorno a una fuerte actividad promocional, un elemento central en la propuesta de valor de Unimarc. Expandimos nuestra oferta de marcas exclusivas, ofreciendo calidad a un precio atractivo y lanzando nuevas marcas y productos”, se pavoneó de los logros el gerente general del holding, Marcelo Gálvez.
Sí, usted leyó bien. En ninguna parte del párrafo se refiere a cuánto subieron sus productos. Tampoco habla de la estrategia de los bajos salarios, del trabajo gratuito de los reponedores, ni a la media hora de colación o la persecución sindical y la negativa a negociar colectivamente.
Tampoco se refirió a las seis lucas que ofrecieron como aumento salarial en 2020 y que dio paso a una huelga de cerca de 800 trabajadores de los supermercados Unimarc de Arica, Iquique y Antofagasta, que terminó en nada tras 28 días de huelga, pues los trabajadores tuvieron que acogerse al congelamiento de la negociación colectiva debido a la pandemia.
No, todo eso no salió en su comunicado.
Lo que no sale en los comunicados es que las ganancias de los grandes conglomerados de la alimentación se debe a la explotación de sus trabajadores, al alza inescrupulosa de los precios de los alimentos y a la complicidad de un régimen político que permite que el hambre de las familias sea el negocio de cuatro pelagatos emperifollados.