Apretando las tuercas

La “operación militar especial” rusa se ralentizó, mientras se efectúa la lenta la evacuación de los habitantes de las ciudades sitiadas a través de corredores humanitarios. Se espera que comience una segunda etapa que culmine con el ingreso a los grandes centros urbanos y el aniquilamiento de las unidades nacionalistas rodeadas.

La “operación militar especial” rusa se ralentizó, mientras se efectúa la lenta la evacuación de los habitantes de las ciudades sitiadas a través de corredores humanitarios. Se espera que comience una segunda etapa que culmine con el ingreso a los grandes centros urbanos y el aniquilamiento de las unidades nacionalistas rodeadas.

La duración de una campaña está dada por el armamento del enemigo, su dispersión o aglomeración en el terreno, su capacidad combativa, sus alianzas, y por la racionalidad política de sus líderes.

La ausencia de algunos de esos factores permite concebir la derrota militar de Ucrania a manos de Rusia y de las repúblicas populares del Donbas.

Por ejemplo, la capacidad combativa ucraniana, aun cuando mejoró desde el 2014 con la ayuda de asesores militares europeos y norteamericanos, la introducción de armamento moderno, y la experiencia de combate adquirida en sus campañas contra el Donbas, sigue siendo baja, en términos relativos. Los batallones nacionalistas los superan. Pero se basan en el odio en contra de los rusos y la población civil.

Por esa razón, el presidente ucraniano, Volidimir Zelensky, pide más armamento moderno. Piensa que los factores que determinan la derrota inminente radican en lo técnico, más que en lo humano. No se da cuenta o no acepta que los orígenes del conflicto nacen de una división de la sociedad ucraniana, atizada por el propio régimen local.

Respecto de las diferentes aristas del conflicto, en estos días han sucedido una secuencia de hechos:

En Melitopol, una de las ciudades liberadas de fuerzas armadas ucranianas, comenzaron a llegar combatientes de las repúblicas del Donbas para asegurar el orden y la infraestructura de la ciudad. Esto permite normalizar la situación de la ciudad, entregar ayuda humanitaria y contener a los agitadores nacionalistas ucranianos. Incluso, se estaría pensando por parte de las autoridades civiles en la creación de la república popular de Kherson.

Milicianos de la república popular de Donetsk, se dirigen a establecer el orden en las ciudades liberadas de las tropas nacionalistas ucranianas.

En Mariupol, el avance de las unidades de la república de Donetsk sigue barrio tras barrio. Se estima que en unos cinco días la ciudad será tomada.

Al mismo tiempo, se han intensificado las operaciones en torno a los accesos a Kiev, apretando las tuercas del sitio a la capital.

Diferentes países europeos han enviado militares profesionales a combatir a Ucrania, pero ocultan ese hecho ante la opinión pública. Al menos, se ha reconocido que cerca de 100 miembros de la Legión Extranjera francesa están en Ucrania, con una licencia oficial; pero, además, ha trascendido la llegada de numerosos efectivos británicos, “en vacaciones”, y de otras nacionalidades. En Estados Unidos, empresas contratistas reclutan a veteranos de Irak y Afganistán por una paga de mil dólares diarios para participar de operaciones en terreno.

Los honorarios son enormes, el riesgo, también. Así lo demuestra el bombardeo a un hotel en la ciudad de Chernihiv donde se hospedaban fuerzas mercenarias extranjeras.

El ministro de Defensa ruso manifestó a l presidente Vladimir Putin que hay voluntarios extranjeros dispuestos a luchar contra los nacionalistas ucranianos. El propósito es facilitarles su traslado, pues van a luchar sin pedir nada a cambio. Esos efectivos se destinarían a las necesidades de las repúblicas populares. La cifra inicial sería de 16.000 voluntarios, sólo en Asia.

Hasta el momento, los países europeos han enviado cuantioso material bélico a través de la frontera occidental de Ucrania, sin ser molestados. Eso va a cambiar. Los convoyes pasarán a ser objetivos de las fuerzas armadas de Rusia, especialmente, luego de que se conocieran los planes de Estados Unidos de introducir equipos mayores, como los sistemas de misiles tierra-aire S-300.

Mientras, continúa la destrucción de la base material de las fuerzas ucranianas, sobre todo en las zonas de grandes agrupaciones militares como el Donbas. Lo destruido hasta hoy son: 61 helicópteros, 126 vehículos aéreos no tripulados, 1.159 tanques y otros vehículos blindados de combate, 118 sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple, 436 piezas de artillería de campaña y morteros, y 973 unidades de vehículos militares especiales.

Un hecho escabroso que ha desvelado este conflicto es el desarrollo de armas biológicas y químicas en Ucrania. Estados Unidos, Alemania y Australia están involucrados en este proceso, lo que significó transportar patógenos en forma secreta al territorio ucraniano. La situación es por lo menos inquietante, pues se sospecha que se estaban creando armas biológicas de destrucción masiva en los laboratorios ucranianos.

Estados Unidos ha reconocido la existencia de esos laboratorios manejados por el Pentágono. Pero asegura que sus programas no persiguen un fin militar, “a diferencia de Rusia”, añaden, “que sólo hace la denuncia de nuestros centros para encubrir el futuro uso de armas biológicos y químicas”. El cinismo es casi hilarante.

Es decir, uno no sabe si reír o llorar.