Se cierra el cerco

Las fuerzas rusas y las milicias de las repúblicas populares del Donbas han tomado puntos estratégicos en el Sur y el Este, y han logrado encerrar a una parte importante de las tropas ucranianas. Estas enfrentan ahora el dilema de rendirse o ser aniquiladas. El régimen de Kiev, sin embargo, pide que se declare una tercera guerra mundial.

Las fuerzas rusas y las milicias populares conquistaron el puerto de Kherson. Se abre así el camino hacia Odesa, el principal puerto del país. En anticipación, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, nombró a uno de los jefes de batallón Aidar, un conspicuo neonazi, como gobernador de esa región.

En el noreste, se ha completado la instalación de un bolsón o caldera en torno a Kharkov, la segunda ciudad del país. La urbe fue objeto de fuertes bombardeos que afectaron a instalaciones estatales que eran ocupadas por los grupos paramilitares neonazis.

En torno a Kiev, luego del replanteamiento de las operaciones por el mando ruso, una larga columna de vehículos blindados espera a las puertas de la ciudad.

El régimen ucraniano, pese a los innumerables tributos propagandísticos que lo elevan a la categoría de “defensor de Occidente”, enfrenta momentos decisivos. Los anuncios de entregas de armamento de países europeos no cambian el cuadro general, en la medida en que el grueso de la fuerza militar ucraniana ha quedado inmovilizado.

Por esa razón, Kiev ha incrementado su exigencia a que la OTAN establezca una “zona de exclusión aérea” sobre Ucrania, operada desde bases en Polonia y Alemania. Esa demanda ha sido rechazada por Washington, porque significaría un choque directo con las fuerzas rusas.

En una columna publicada en el New York Times, Andriy Yermak, el jefe de gabinete de Zelensky -“el presidente está a mi lado mientras escribo estas líneas”- pide a Occidente que “imponga una zona de exclusión aérea sobre Ucrania”. Agrega que “reconocemos que ello sería una grave escalación de la guerra y que llevaría a la OTAN a un conflicto directo con Rusia. Pero nosotros creemos firmemente que Rusia no se detendrá en Ucrania y arrastraría de todos modos a la OTAN a este conflicto”. Según Yermak, la zona de exclusión “dará de pensar a Putin”.

El razonamiento es notable: pide que se declare una tercera guerra mundial, porque, en realidad, esa conflagración va a ocurrir de todos modos.

Irónicamente, el propio New York Times informa, en las mismas páginas en que se pide una “grave escalación de la guerra”, que las más importantes compañías de lobby y relaciones públicas empresariales de Estados Unidos están asesorando al gobierno ucraniano en su batalla propagandística y política. El servicio sería pro bono, o sea, gratis, e incluiría la redacción de discursos ante organismos internacionales y posiblemente -el artículo no lo dice-, esa misma columna de prensa que a llama a una expansión de la guerra.

Este jueves se espera que se reanuden las conversaciones entre los representantes de los gobiernos de Rusia y Ucrania. En vísperas del encuentro, el canciller ruso advirtió que una Tercera Guerra Mundial, como lo está pidiendo Kiev, sería “devastadora” y de carácter nuclear.

La parte rusa indicó que no espera una “capitulación” de Ucrania, sino la adopción de estatus neutral y el reconocimiento de las repúblicas populares de Donezk y Lugansk.

La pregunta ahora es si Kiev ha actualizado su cálculo de la correlación de fuerzas.