El tipo equivocado

Renato López, empresario de rellenos sanitarios, traficante, matón, se metió con el tipo equivocado. Hoy comenzó el juicio oral que lo tiene acusado como autor intelectual del crimen del empresario Alejandro Correa. Su abogado, el sabueso Juan Pablo Hermosilla, llegó tirando el mantel. Acusó vínculos de López con Carabineros, Gendarmería y fiscales.

“La violencia homicida extrema para resolver conflictos en forma desproporcionada en Chile es propia de la cultura del narcotráfico…el señor López tiene una habilidad para manipular el sistema legal… tiene inscrito un fusil de asalto, semiautomático, calibre 22 largo… legalmente…vamos a ver que él además tiene contactos, tiene contactos con Carabineros, tiene contactos con Gendarmería. Ha intentado, como va a aparecer en este juicio… tiene contactos con el sistema de justicia…ha establecido a través de otras personas contactos con fiscales…”

Así comenzó su alegato el abogado de la familia del empresario Alejandro Correa, asesinado en mayo de 2020 por un sicario colombiano, Víctor Gutiérrez, contratado por Renato López.  

Juan Pablo Hermosilla es uno de los abogados “más transversales” o que es lo mismo, con más vínculos políticos en el país. Si lo tienes de abogado, lo tienes para ganar. Hermosilla no toma cualquier caso. Y este no es cualquier caso. Se trata del asesinato de un empresario conocido y respetado de la Quinta Región. Uno de los suyos, diríamos.

Y siendo así, en perspectiva podríamos decir que Renato López, cuando decidió asesinar a Correa no calculó que se estaba metiendo con el tipo equivocado.

Hermosilla tira del mantel y acusa una trama de corrupción en el que está involucrado un matón de poca monta – el empresario traficante López- Carabineros, gendarmería y fiscales. Sería el primer crimen de este tipo, dice, en nuestro país.

Hermosilla es un sabueso pero se pierde de algunas estadísticas. El narco llegó hace rato a nuestro país. Este no es el primer crimen de sicariato. En las poblaciones son pan de cada día y la corrupción tiene agarrado al sistema entero, hace mucho. El que pone la plata, hace bailar al mono. Lo que pasa, es que ahora le tocó al tipo equivocado.

Porque Renato López, el matón del barrio, el que da pega, compra protección, moja pacos, jueces, autoridades, venía actuando hace rato. Cuando la PDI allanó su casa ubicada en los cerros de Quilpué,  encontró armas cortas, largas y nuevas. Camiones y mucho efectivo. Su casa era un bunker como la casa de cualquier traficante de población.

El empresario Correa tuvo la mala fortuna de toparse con un vecino de poca monta que de un problema de deslindes lo terminó con un disparo en la cabeza. Pero reiteramos, López venía haciendo de las suyas hace mucho con el apoyo de mucha gente del más alto nivel.

Sus terrenos, los del deslinde, se convirtieron en una toma fraudulenta manejada por colombianos que vendían a inmigrantes -aprovechándose de su miseria- sitios miserables, sin luz, ni agua ni papeles, ni destino.  Los terrenos, cuenta un dirigente,  iban a ser una población para un comité de vivienda de familias que llevaban años esperando la casa propia. A vista y paciencia de las autoridades -Serviu, Gobernación, Intendencia- la toma mafiosa avanzó. Nunca fue  desalojada por tanquetas, como es  desalojada cualquier toma en el país.  Así, avanzó López.

Rosa Amelia Huerta Saavedra, esposa y madre de la hija de López, desapareció un día de diciembre de 2009. Cuando detuvieron a López por el crimen de Correa, la fiscalía, presionada en alguna medida por los acontecimientos, tuvo que retomar la investigación por su desaparición. Hasta ese momento, era otro caso de una mujer, esposa, conviviente, desaparecida. Aquí también López tuvo una ayudita.

Rosa Amelia Huerta Saavedra

En el inicio de este juicio Hermosilla hace una advertencia. Llegará hasta las últimas consecuencias. Llegará hasta quiénes dejaron -en las policías y la justicia- avanzar a López para llegar con un tiro en la cabeza, a uno de los suyos.

Más temprano que tarde, al paso que vamos, los  ingenuos afanes justicieros de Hermosilla se toparán con una pared. Hoy duermen relativamente tranquilos porque solo el pueblo paga el avance de los López y la podredumbre que deja la descomposición total del régimen.