Cuando terminen las hostilidades en Ucrania -que eso ocurra pronto es una simple hipótesis entre otras, más amenazantes- una de las formas en que será recordado, desde el punto de vista técnico, el enfrentamiento bélico será la de la “guerra de la jabalina” o, más preciso, del Javelin, la moderna arma anti-tanques estadounidense.
El dispositivo funciona con un sistema de guía infrarrojo que permite fijar un blanco con una mira térmica. Así, se pueden detectar objetos ocultos a simple vista. El operador tiene dos gatillos. El primero fija el blanco. Esa información es traspasada al sistema de guía del misil. El segundo, lo dispara. La gracia es que, mediante un complejo software, el misil “sigue” al blanco, aunque se haya movido en el intertanto. La otra gracia es que tiene un alcance de hasta 4 mil metros y el proyectil penetra blindajes de hasta 750 mm.
En otras palabras, se podría, disparando desde el 14 de Vicuña Mackenna, destruir un tanque en Tobalaba con Walker Martínez. Si eso es muy santiaguino para usted, dilecto lector, excelente lectora, digamos desde San Pedro, en la entrada al puente Llacolén, hasta… Los Carrera con Caupolicán, en Conce o, más fácil, porque no habría edificios ni otros obstáculos entre medio, desde terminal hasta el mall, en Puerto Montt.
Aunque, a veces, el Javelin se fija a un vehículo, su uso más eficaz es portándolo individualmente. El disparo se efectúa apoyando el arma en el hombro o en un trípode. Es pesado, eso sí, más de 20 kilos. Pero funciona. El operador, preferiblemente acompañado de un ayudante, puede accionar el disparador definitivo y buscar cobertura inmediatamente o salir rajando, como se quiera.
En su inimitable estilo pragmático, los gringos llaman a ese tipo de armas fire and forget, “dispara y no te preocupís más”.
Funciona tan bien que Estados Unidos es muy selectivo con las ventas de Javelin a otros países. Con querer o sin querer, varios lanzadores y misiles han terminado en manos de grupos irregulares, por ejemplo, en Libia.
Pero por alguna razón, el país que más Javelin tiene en Europa, es Ucrania. Más que los propios aliados de Estados Unidos, miembros de la OTAN. Se estima que son algo menos de 400 lanzadores y más de mil misiles. Cada Javelin cuesta unos 200 mil dólares y cada misil, unos 100 mil.
El Javelin es sólo un modelo de las armas anti-tanques y antiaéreas personales con sistemas modernos de guía. Productores de armas de otros países han están probando sus dispositivos.
Por eso, las fuerzas ucranianas han sido los grandes receptores de estos lanzamisiles en los últimos años, para sus operaciones en contra de las Repúblicas Populares de Donezk y Lugansk. El problema que enfrentaban era que no había suficientes blancos, tanques y vehículos blindados, contra los cuales usarlas.
Ahora, con la operación emprendida por una parte de la fuerza reunida por Rusia en su límite occidental y en Bielorrusia, la eficacia de este armamento ha quedado de relieve. En la medida en que el avance de las columnas rusas por las carreteras se detuvo luego de la primera fase de la “operación especial”, con poco esfuerzo, pequeñas unidades ucranianas pueden golpear, sobre todo, a los segundos grupos, aislando así a la vanguardia.
Por esa razón, las fuerzas rusas han variado su despliegue para establecer ahora grandes embolsamientos en los que podrán fijar el grueso de las fuerzas ucranianas.