Luego de cuatro días de combates y de una incesante guerra propagandística, el régimen de Ucrania finalmente aceptó participar de negociaciones con Rusia. Pocas horas antes, Vladimir Putin había aumentado la tensión mundial al declarar “activadas” sus fuerzas nucleares, en un mensaje a las potencias occidentales.
Los acontecimientos de las últimas horas muestran que Rusia ha implementado un avance más organizado en Ucrania. El avance inicial, muy rápido, casi en una competencia entre los distintos frentes, los había dejado con líneas demasiado alargadas.
Eso abrió oportunidades para que el enemigo actuara en la retaguardia. Los mandos rusos dispusieron, en respuesta a esos ataques, la realización de operaciones de limpieza, es decir, barrer con cualquier amenaza hostil hacia las tropas que se movilizan. Esto se vio en torno a Kiev y en el sur.
El avance de las fuerzas que entraron por Crimea y que se mueven hacia el estratégico puerto de Mariupol, es reforzado por el desembarco de infantes de marina y por las tropas de la república de Donetsk.
En conjunto, están próximas a crear un “caldero” o “bolsa” de tropas ucranianas. Sin salidas e inmovilizadas, su único camino sería rendirse. Ese es el cálculo de los mandos rusos.
Este frente pronto podría unirse al que mantienen las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Eso permitiría dejar en manos de los separatistas ucranianos los lugares liberados y destinar las tropas rusas a proseguir su avance.
En el mismo frente de Crimea, la ciudad de Kherson actualmente, está siendo bloqueada. El objetivo es su ocupación y la apertura al mayor puerto del país, Odessa.
En el frente de Kharkov, en la zona noreste, fuerzas de reconocimiento ligeras lograron entrar a la ciudad. Es la primera fase para su ocupación. Esta ciudad es la segunda más poblada de Ucrania, con cerca de dos millones de habitantes. Allí se rindieron cerca de 500 soldados.
De acuerdo a la información oficial, hasta ahora se han golpeado 975 objetivos militares, que incluyen 48 radares, 31 sistemas de misiles, 23 puesto de mando, 28 aviones en tierra y ocho en el aire, además de la destrucción de 223 tanques y vehículos blindados, 86 cañones y morteros, 39 sistemas de lanzamiento múltiple, 7 helicópteros y 11 drones.
En el lado ucraniano, pervive la resistencia en algunos frentes. Pero, en general, la actividad es defensiva, sin un mando único, lo que baja la moral combativa y reduce las iniciativas a grupos dispersos que corren peligro de ser cercados y aniquilados en el momento que actúen.
La defensa de las grandes ciudades busca actuar en medio de la población civil: los vehículos blindados se sitúan en zonas habitacionales. La entrega de 25 mil armas a civiles significó el aumento de saqueos, accidentes, y confusión.
El régimen ucraniano ha liberado a presidiarios para que se unan a los combates y ha emitido un llamado a voluntarios internacionales para que se unan a sus fuerzas. Es una invitación apenas disimulada a diversos grupos neonazis europeos que mantienen estrechos vínculos con las milicias nacionalistas.
Los anuncios de entrega de armas, centradas especialmente, en equipos anti-tanque, realizadas por países europeos, así como la iniciativa británica de enviar “voluntarios” a Ucrania, un eufemismo para personal militar especializado que se presentan como personas privadas, vienen a destiempo.
Si se logran implementar, sólo lograrán causar más víctimas. Además, aumenta el riesgo de que el conflicto se extienda hacia los países aledaños a Ucrania: Polonia, Rumania, Eslovaquia y Hungría.
Mientras, las negociaciones de un cese al fuego, en la zona fronteriza de Belarus, se realizarán con los combates como telón de fondo. Luego del primer día, Rusia frenó sus operaciones, sólo para encontrarse con la negativa del régimen ucraniano que aprovechó el tiempo para organizar sus defensas.
La situación, además, se ve ensombrecida por el anuncio del gobierno ruso de que “activará” sus defensas nucleares. Es un mensaje a las potencias occidentales que buscan incrementar el hostigamiento político, económico y militar sobre Moscú.
La respuesta de Washington fue la reiteración de que Estados Unidos no actuará en Ucrania.