El ataque ruso sobre la infraestructura militar de Ucrania tuvo, en su primera fase, un efecto devastador sobre el régimen de Kiev. La acción militar fue tan fulminante que sorprendió a las defensas ucranianas y a las potencias occidentales, a pesar de las continuas advertencias de una “invasión inminente” proferidas por Washington.
El ataque, en la madrugada del jueves, fue anunciado por el presidente ruso, Vladimir Putin, en una alocución televisada.
En una rápida sucesión, misiles, bombardeos aéreos y de artillería, golpearon bases militares del ejército ucraniano. Fuerzas mecanizadas avanzaron por tierra hacia posiciones ucranianas en el Donbas y, provenientes desde Belarus, en el norte del país.
En las primeras horas, la capacidad defensiva de Ucrania fue neutralizada, con la destrucción de aeropuertos, centros de comunicación, depósitos de armamento y equipos militares.
Incursiones aerotransportadas a llevaron a tropas rusas a ocupar posiciones en las afueras de la propia capital Kiev.
La conclusión evidente, con el pasar de las horas, muestra que la capacidad bélica ucraniana ha quedado neutralizada.
Mientras los aliados de Estados Unidos se apuraron en condenar, en términos generales, el ataque ruso, la respuesta de Washington, las potencias europeas y de la OTAN tomó varias horas.
El pacto militar anunció que fortalecerá la defensa de los países miembros en su flanco oriental, sin especificar medidas o magnitudes del reforzamiento militar.
En tanto, las sanciones y el bloqueo económico a Rusia no parecen incluir, en lo inmediato, medidas concretas “devastadoras”, como amenazó el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden.
Washington anunció que impondrá restricciones individuales a la “elite gobernante” rusa y a su sistema bancario. Dejó en la ambigüedad bloqueos a las exportaciones de materias primas, como hidrocarburos o trigo, cuyo destino principal son sus aliados europeos.
Las próximas horas y días demostrarán cómo Rusia explotará la ventaja creada en la primera etapa de su operación militar en contra de Ucrania. El objetivo señalado por Putin es “desmilitarizar” y “desnazificar” al país. Lo segundo, apunta, seguramente a cambios en el régimen ucraniano. Consultado sobre sí Moscú considera, específicamente, al presidente Zelenski y su gobierno como parte de los sectores nazis, un vocero del Kremlin respondió que se “abstendría de hacer mayores clarificaciones”.
Por ahora.
Lo que está claro es que las definiciones en esta guerra vendrán muy pronto.