Los bloqueos realizados por camioneros en el norte son un adelanto de lo que se viene para el próximo gobierno, porque el actual, francamente, ya no existe. Excusas -como ahora, los conflictos causados por la migración- no faltarán.
Las movilizaciones de los camioneros en Antofagasta e Iquique se replicaron, aunque de manera más limitada en las dos grandes vías de la zona central, la ruta 68 y la llamada autopista del Sol.
En el norte, la tarea es fácil para los dueños de camiones. Les basta mandar a bloquear dos o tres puntos para cerrar el acceso a Iquique, Antofagasta, Calama, Mejillones, etc.
Más fácil aun es si cuentan con la colaboración activa de la fuerza pública, con carabineros que resguardan sus “manifestaciones”.
Ayuda, también, que su acción reciba una amplia divulgación por los medios de comunicación, redes sociales y de diversos sectores políticos. Y más de alguno, incluso, puede profesar comprensión o simpatía debido al hecho que sería el causante del paro empresarial: el asesinato de un chofer en un incidente, como se ha dicho, con inmigrantes venezolanos.
Pero la cosa resulta realmente óptima cuando el gobierno también pone de su parte. El ministro del Interior declaró que no podía viajar a la zona, para dialogar, se entiende, porque… las rutas estaban bloqueadas. De hecho, como ya ha ocurrido otras veces, en Iquique cierran también el aeropuerto y cancelan los vuelos, como si nada.
La situación es, en cualquier caso, la abdicación voluntaria del gobierno de Piñera. Por supuesto, se trata de una decisión voluntaria. Los bloqueos fáciles y la agitación conveniente en contra de los migrantes buscan crear un ambiente propicio para ver hasta dónde va a ceder, no éste, sino el próximo gobierno, en pocas semanas más.
¿Pondrá “mano dura” con los empresarios mafiosos y acogerá los reclamos populares?
Sólo como dato: bastaría con que les decomisen un par de camiones o los echen al lado de la carretera, aunque queden -uy, perdón- un poco abollados, para que los famosos reyes del rodado se bajen de sus cabinas.
¿O mandará a reprimir las movilizaciones del pueblo y cederá a los intereses económicos y políticos que se esconden detrás de la “indignación” y los llamados a estados de excepción, despliegue militar y la propaganda reaccionaria?
Usted, querida lectora, estimado lector, haga sus apuestas.