Lo dije ¡y qué!

Hablamos de Nicolás Maduro, por supuesto. El presidente venezolano se lanzó unas declaraciones durísimas en contra de nuestro presidente electo. No lo nombró, pero no era necesario. Pero la pelea no es sobre afinidades políticas: la posición frente a Venezuela define si Chile seguirá una política exterior independiente o no.

Diosdado Cabello, teniente de ejército con Chávez, ex vicepresidente, presidente interino en el golpe de 2002, además de sus diversas responsabilidades políticas, es el animador de un programa en la televisión venezolana. Se llama “Con el mazo dando”, muy al gusto local. Para celebrar sus ocho años al aire, tuvo un invitado especial, el presidente Nicolás Maduro. Y ese se despachó de lo lindo: “todos los días hay una campaña contra Venezuela. Por ahí ha surgido una izquierda cobarde que basa su discurso en atacar el modelo bolivariano (…). Es una izquierda derrotada, fracasada, una izquierda cobarde frente al imperialismo, frente a las oligarquías.”

¿Quiénes son?

“No digo nombres”, señaló Maduro, “sólo muestro el tramojo”, un palo que se ata al cuello de los perros. De ahí la expresión popular “no le dije perro, sólo le mostré el tramojo”.

Y agregó: “y entonces quieren ponerse un barniz para que las oligarquías los perdonen. Y lo peor de todo es que no los van a perdonar, a ninguno”. “¡A ninguno!”, se metió Diosdado. “Entonces asumen la peor cara de contrarrevolucionarios”, continuó Maduro, “de antibolivarianos, desde alguna izquierda cobarde que hay por ahí”.

Bueno, “por ahí”, algunos chilenos creen que todo siempre trata de nosotros. Pero lo más seguro es que el primer destinatario del mensaje haya sido, no Gabriel Boric Font, sino Gustavo Petro, el candidato presidencial colombiano que recientemente criticó a la Venezuela petrolera por querer “aferrarse a la economía fósil”.

Pero el sayo igual le cabe a nuestro presidente electo -y eso que a él sólo le entran ciertas tallas (su partido, como sabemos, le ha puesto máxima prioridad legislativa a resolver el problema de las XXL).

Y eso que Boric, o más bien su movimiento político original, la Surda o Izquierda Autónoma, fueron de los primeros en Chile en sumarse al apoyo a Hugo Chávez. Cuando vino a una cumbre, ahí estuvo una delegación para saludarlo.

Chávez, sin embargo, que nunca fue muy puntilloso con sus amistades políticas, por alguna razón no los infló tanto, por lo que aquel movimiento desplazó sus simpatías a Evo Morales y a la consigna “¡mar para Bolivia!”

De eso ha pasado mucho tiempo.

En el intertanto, la variante del “progresismo” que encarna Boric, tiene casi como única definición clara, y a eso apunta Maduro, su oposición al chavismo, en particular, y a los gobiernos nacionalistas burgueses de las dos décadas pasadas en América Latina, en general.

El problema es que, como todo eso existe en la realidad, para dirigir una política exterior “no-ideológica”, como prometió el presidente electo, esas posiciones no sirven.

Nadie le pide que esté a favor de Maduro. ¿Pero Chile seguirá fomentando la intervención extranjera y el golpismo en nuestro continente como ha ocurrido en los últimos veinte años?

La designación de Antonia Urrejola como Ministra de Relaciones Exteriores es una señal de continuidad. La nueva canciller fue presentada como una autoridad en el campo de los derechos humanos, debido a su integración en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Eso es un engaño y una manipulación.

Urrejola ha hecho su carrera bajo el alero de uno de los principales peones de Estados Unidos en el concierto político latinoamericano, José Miguel Insulza, durante su largo período como secretario general de la OEA. Fue su asistente personal, antes de que la instalara en cargos más lucrativos e influyentes.

Urrejola entró a la CIDH, no como una jurista con credenciales académicas o una activista comprometida con la defensa de los derechos humanos, sino muy al estilo chileno, como operadora política. Y con lo que operaba era, justamente, informes y “condenas” sobre violaciones a los derechos humanos que son usados como herramienta de desestabilización política.

Maduro cree que se enfrenta a “cobardes frente al imperio”. Pero él debería saber que también hay gente a la que le gusta eso de ser rastrera.

Boric deberá aclarar, y pronto, al pueblo de Chile y a los países de nuestro continente si le cabe el tramojo.