Las cifras de la inflación van en un aumento meteórico. Curioso ¿no? Porque no hubo ni cuarto retiro ni hay IFE, las causas que, hace apenas un par de meses, daban para explicar las alzas. Las nuevas autoridades ya dejaron en claro que quieren que los trabajadores les paguen su crisis. Habrá que sacarlas de su error.
El aumento del IPC fue de 1,2%, muy lejos de lo que se había anticipado; de hecho, el doble de las estimaciones de los especialistas. La suma de los últimos doce meses da una inflación de 7,7%, la más alta desde la crisis mundial de 2008.
¿Por qué sube? Uno de los operadores de la empresa financiera Fintual, José Manuel Peña, en declaraciones reproducidas en el Diario Financiero, dice que… no sabe: esta “nueva sorpresa ratifica un hecho más desconcertante, que es que los actores del mercado estamos consistentemente subestimando este fenómeno inflacionario, llevando ya siete meses consecutivos marcando expectativas muy por debajo de lo realizado”.
Pero eso, José Manuel, no es nada nuevo. ¿Por qué “los actores del mercado” no cachan ni una? “La explicación más simple”, responde Peña, “es que las dinámicas inflacionarias que se ven hoy no se condicen con la historia reciente, dejando a los actores sin un contexto conocido sobre el cual predecir y donde la solución puede ser comenzar a abandonar la tesis base de un mundo deflacionario y buscar referencias de periodos anteriores de mayor inflación”.
Ya. José Manuel, ya.
Pero tiene razón.
La actual “dinámica de la inflación” es mundial. Y no se corresponde a los que se haya visto en los últimos años. Excepto en una cosa, que es la importante: la manera de frenar la inflación, bajo este sistema, es golpeando los salarios y nivel de vida de los trabajadores.
Eso se llama eufemísticamente ajuste. Y que eso deprima la economía, que desencadene una recesión, poco les importa a los dueños del capital: su objetivo es la ganancia, no “la economía”.
El nuevo gobierno, a pesar de sus ademanes “progresistas”, ya definió cuál será su rumbo frente a esta crisis. Nombró al ex-presidente del Banco Central y acérrimo ajustador, Mario Marcel, como ministro de Hacienda con plenos poderes. Buscará proteger los intereses del capital a cualquier costo.
Las alzas, las crisis económicas, la carestía son resultados de este sistema. A los trabajadores no les queda otra alternativa que luchar para defender lo que es suyo y no confiar en nadie que no sea de su clase, por mucho que prometa cosas. Lo otro, es condenarse a la pobreza y la precariedad.