Un narcotraficante estaba hospitalizado desde hace dos meses en la clínica Las Condes, mientras se hallaba detenido. La Justicia había aceptado esa condición y Gendarmería no había mostrado ningún reparo.
La Clínica Las Condes en un comunicado aduce que el delincuente ingresó “bajo un cuadro clínico complejo razón por la cual debió ser trasladado desde otro centro asistencial que no contaba con los medios para otorgarle el tratamiento necesario”. Lo que obvian es que era un delincuente que ingresaba con seis disparos en la espalda, llegó en helicóptero a la clínica y que en estos meses en que ha estado hospitalizado paga en efectivo su hospitalización.
¿Cuál es la historia? Cristián Pablo Aguirre Ramírez es un delincuente que lidera el llamado cartel “Jalisco Melipilla” o “Los Ramírez”, que se dedican al narcotráfico. En un club nocturno de Melipilla, tras una gresca fue herido de bala. Inmediatamente los trasladaron al hospital de Melipilla y de allí, de manera privada arrendaron un helicóptero y lo trasladaron a la clínica Las Condes, que no tuvieron ningún problema en internarlo. El grupo tenía como fachada un hostal en Melipilla, que recibía extranjeros. La mayoría de los integrantes de la banda son familiares, se presume según la PDI que desarticularon a la banda, pero ¿cómo es que siguieron pagando la clínica y vigilando a su jefe en los contornos de la clínica?. Tantas preguntas.
Gendarmería dice que el Ministerio Público no presentó ninguna oposición por la solicitud de la defensa para que el imputado fuera trasladado a la Clínica Las Condes el 1º de diciembre del 2021.
Recién el 8 de febrero el tribunal de Garantía de Melipilla debía dirimir si trasladaba al imputado Cristián Pablo Aguirre Ramírez. Debido a que se hizo viral la noticia el propio Juzgado de Garantía de Melipilla en una audiencia express decidió trasladar al imputado. No es que nadie sospeche de ellos, ya que la justicia funciona eso dicen.
La Dirección General de Gendarmería dice que la Clínica Las Condes no contaba con las medidas para resguardar la seguridad del delincuente y de quienes trabajan allí, aún así estuvo dos meses en el lugar. Recién hoy fue trasladado a una unidad que “cuenta con el estándar sanitario y de seguridad que permiten la custodia y permanencia del imputado”, señaló el director regional metropolitano de Gendarmería.
Para nadie debía ser evidente la relación simbiótica entre la burguesía y la delincuencia, ambos actúan de la misma manera, buscan el mismo fin, no les importa las personas y no tienen moral. Entonces, no es raro que sus instalaciones sanitarias como la clínica Las Condes acepten a quien pueda pagar su hospitalización, pues si lo hace debe de ser de ellos.
Es ahí cuando se ven las diferencias morales de la burguesía y el pueblo. Para el pueblo el delincuente debe ser juzgado y no tiene que tener privilegios, en cambio para la burguesía, el delincuente si tiene dinero no es tan malo, no se puede juzgar a priori. Estas son las dos caras de la medalla, son caras antagónicas de ver el mundo y vivirlo. Unos pueden convivir con los malos, gozar con sus crímenes, protegerlos y consentir en la impunidad por sus hechos. En cambio, el pueblo, aborrece lo injusto sea quién sea, es el primero en indicar a aquellos que tratan de usufructuar y sacar dividendos de su lucha. Hay una brecha que se empezó a estrechar con la fuerza movilizadora del pueblo y que cuestiona lo que antes era incuestionable, obligando por temor a cambiar las actitudes, como ocurrió con el caso de esta clínica y los delincuentes, donde Gendarmería y los jueces se vieron en la encrucijada de movilizar a sus funcionarios para no quedar expuestos como simples organismos serviles a una clase. Sucesos como estos, nos indican que no basta con cambiar un gobierno, hay que cambiarlo todo.