Fue noticia por unas horas la muerte de una pareja que se quitó la vida con cianuro, pues “no querían ser una carga para sus hijos o familiares”.
En un departamento se encontraron los cuerpos de dos personas, un matrimonio, con 59 y 60 años de edad. Habían arrendado el lugar para allí realizar el suicidio, pues padecían de enfermedades crónicas. Eso los habría llevado a quitarse la vida con cianuro. Se encontraron tres cartas que explicaban su resolución a sus hijos, a la fiscalía y al público. La mujer se encontraba en silla de ruedas y había tenido accidentes cerebrovasculares. Por su parte, el hombre padecía de diabetes. Decían en la carta que no querían ser una carga para los hijos y familiares.
Quizás para una parte de la población del país este hecho es visto como algo inaudito e insólito, ya que es imposible que dos personas busquen acabar sus vidas tempranamente, cuando podrían vivir fácilmente 20 años más.
Pero, para muchas personas, el trágico acto resulta comprensible. Liberan, dicen, a sus familiares de años de penurias y desazón, no sólo de gastos, sino de sentir cómo, lentamente, la vida se va apagando, y nada se puede hacer para impedirlo.
Pero aunque se pueda comprender una decisión, no se puede avalar el rol del Estado frente no solo a las personas que sufren enfermedades que las invalidan, sino con todos los que se acercan a la jubilación o están jubilados que ven que el dinero no les alcanza para vivir los años que restan, posteriores a una vida de trabajo, de manera digna. Muchos deben vivir con familiares para poder estar mejor económica y mentalmente, para que alguien les ayude si padecen alguna enfermedad, para ayudar en labores de la casa y no vivir solos, pero de cualquiera manera pierden la libertad ganada cuando trabajaban. Otros, siguen trabajando, pues no pueden hacer otra cosa para seguir adelante.
La decisión de suicidarse no puede ser una opción. La única opción al sistema individualista y basado en el dinero, es una nueva sociedad más justa, igualitaria y donde el centro de la sociedad sea el ser humano. Donde los niños se cuiden y protejan, donde el trabajador obtenga un salario digno por lo que hace, donde los jubilados puedan vivir los años que les restan sin ninguna zozobra económica, y donde todos tengan acceso a educación, vivienda, salud y transporte gratuitos, ganados con el trabajo de toda una vida.