Hace 20 años que un país al sur de África resiste a las inmorales sanciones estadounidenses y europeas. Desde el año 2002 que el gobierno yankee, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional han hecho de las suyas con Zimbabwe.
Al igual que muchos países africanos, durante la segunda mitad del siglo XX, el pueblo de Zimbabwe se liberó del yugo colonial y proclamó su independencia. De la mano de la Unión del Pueblo Africano de Zimbabwe, combatió las atrocidades perpetradas por la colonia británica, alcanzando su victoria en 1979, después de 15 años de incesante lucha. Con el ascenso al poder del líder Robert Mugabe y la elección de la vía socialista, el país comenzó un proceso de grandes avances socioeconómicos. Alentó a los granjeros británicos a no abandonar el país y trabajar en conjunto por una Zimbabwe próspera, alcanzando resultados increíbles, convirtiendo al país en uno de los mayores productores agrícolas de África. A su vez, consigue reducir el analfabetismo en menos del 10% y lleva al país a un gran crecimiento económico.
Sin embargo, como siempre ocurre, a los vecinos del norte y a sus lamebotas del otro lado del charco, no les gusta tener países soberanos, prósperos y con buena calidad de vida para el pueblo. Por el contrario, prefieren sus “exitosas” formas de vida, donde hay que endeudarse para tener una casa, endeudarse para comer, para vestirse, para estudiar, para acceder a salud, básicamente, vivir a costa de sus intereses usureros. De esta forma, en el año 2002 comienza un fuerte bloqueo económico que ha generado numerosas dificultades al país, reduciendo su poder industrial y empobreciendo la calidad de vida de toda su población. En la actualidad, dentro de las exigencias que se levantan desde Estados Unidos para eliminar el bloqueo es el pago de 8.000 millones de euros (9.120 millones de dólares) a propietarios blancos de tierras expropiadas durante las reformas agrarias de Mugabe. Todo muy American Dream (sueño americano).
En definitiva, como hemos visto con Cuba y Venezuela, existen otros países alrededor del mundo que deben resistir a las agresiones del capitalismo mundial, donde quienes pagan las consecuencias son siempre las y los trabajadores de dichos países. Zimbabwe, al igual que los pueblos del mundo que han optado por una vía soberana, han debido pagar las consecuencias de molestar al matón del barrio, pero se lo advertimos, no hay mal que dure 100 años. Los pueblos del mundo somos fuertes si nos unimos contra las agresiones imperialistas que mantienen en la pobreza y la miseria a millones y millones de personas a lo largo y ancho del mundo.