Un apriete, en vivo y en directo

Las revelaciones de que el paro de los camioneros de 2020 habría sido instigado por el gobierno de Piñera son tan escandalosas como verdaderas, pero sólo a medias. Desvían del verdadero sentido de ese mensaje: una amenaza mafiosa. El presidente electo es tan débil que lo “aprietan” en vivo en directo, y nadie dice nada.

“Qué bonito su gobierno, sería una lástima que algo malo le pasara”. Ese, y no otro, fue el mensaje que le entregó un sector de los camioneros al presidente electo en una reunión en la llamada “Moneda chica” de calle Condell.

Bernardo Araya, de la Confederación Nacional de Dueños de Transporte de Carga, señaló que ellos no estaban por hacerles paro a un gobierno que -en su programa, al menos- había prometido que les iba quitar las regalías tributarias y subsidios que explican el enorme poder y ganancias que obtienen, a costa del saqueo de los recursos públicos.

Seguro que no.

Al contrario, agregó Araya, cuando fue el último paro, en 2020, el grupo gremial que él preside y que es el más importante no participó. Eso es verdad. Los que hicieron los bloqueos fueron de otra facción. Y, además, agregó Araya, fue el gobierno de Piñera quien hizo el llamado. Pa’ callao, se entiende. Eso es lo que se comentaba en el gremio, indicó. Probablemente, la versión no sea tan verdad o, más preciso, es una exageración.

No iba a ser Piñera quien aliente a un paro en contra de su propio gobierno, aunque sea para presionar, se supone, a los partidos en el parlamento. Mucho riesgo. Pero pudieron ser otros que, siendo parte del oficialismo, quisieron poner presión. O, también, que fueron los camioneros, por su cuenta, y la cosa se les fue de las manos.  

Lo que sí es verdad, y no hace falta ninguna revelación para saberlo, es que el gobierno ayudó a mantener vivo un bloqueo de las carreteras, cuando éste ya se estaba debilitando.

Ni con todo el copete y las fiestas que hacían en la berma de camino, esos tipos eran capaces de sostener su “movilización”, concentrada en la zona sur del país. No se atrevieron a ir cerca de Santiago.

Al final, el bloqueo lo hizo Carabineros, como todo Chile pudo ver.

Como corolario político, renunció el ministro del Interior, el UDI Víctor Pérez, para prevenir su destitución en un juicio político.  

Contrariamente a lo que muchos creen, los camioneros, históricamente, no están ligados a la derecha, aunque existen muchos nexos, nacidos en el período de la dictadura.

Su representación política principal ha sido y es la Democracia Cristiana, que actúa como su defensora y los utiliza, de cuando en cuando, en maniobras políticas. El famoso paro de octubre de 1972 sólo fue posible gracias al abundante financiamiento de la CIA, que operaba, principalmente, a través de la DC.

Pero hay otro caso más reciente. En 2015, como culminación de un bloqueo a la capital, pretendieron ingresar a Santiago y desfilar frente a La Moneda. El ministro del Interior de entonces, el DC Jorge Burgos, lo permitió, y recibió a sus dirigentes en el palacio de gobierno. La presidenta de esa época, Michelle Bachelet, por lo que se supo, no fue consultada y tuvo que agachar el moño.

Hubo un solo problema: a los camioneros no los vitorearon en la capital como habían esperado. Ni estaba la gente con banderas chilenas, ni les cantaban las vivas desde las veredas. En la Alameda tuvieron que ponerle sexta alta porque les llovían las piedras en los parabrisas; “¡sigue derecho, sigue derecho!”, gritaban en las cabinas, perdidos en la jungla de la gran ciudad.

El presidente electo recibió a Araya, el camionero, junto a otros dirigentes empresariales, entre los que se encontraba, increíblemente, otro “héroe” del paro del ’72, Rafael Cumsille, del gremio del comercio detallista. Ese señor ya era viejo en esa época. Todos se fueron bien contentos, porque el futuro mandatario les prometió que negociaría con ellos su plan de una reforma tributaria antes de presentarla al Congreso. El mismo tratamiento privilegiado recibirán sus pretendidas “reformas laborales”, según informaron los “emprendedores”.

Quedó claro. Esta gente ya lo tiene calado al Boris, lo pesaron y lo midieron. Y no hace falta ningún camión para llevarlo a dónde ellos quieran.