El diario argentino “Pagina 12” se hizo de una exclusiva notable. “¿Cómo consiguió Gabriel Boric la presidencia de Chile?” se preguntaron los corresponsales. Y obtuvieron una respuesta autorizada que sólo confirma lo que hemos estado diciendo aquí.
Andrés Kraljevich Chadwick (¡esa familia, por Dios!) se mueve en un negocio en que las apariencias importan tanto o más que los resultados. El sociólogo con posgrado estadounidense es un especialista en campañas políticas. Para conseguir clientes tiene que mostrarse, pero no mucho. La atención y el escrutinio de lo que se hace tras las bambalinas de las concentraciones, los afiches de color, los posteos en redes sociales, los spots televisivos y los discursos de los candidatos, deben centrarse en lo que funcionó, no en lo que anduvo mal. La discreción importa.
Kraljevich, por lo pronto, se mueve por toda América Latina, asesorando. Estuvo en la campaña de Andrés Araúz en Ecuador, un postulante que tenía la elección asegurada hasta que… perdió, en contra del derechista Guillermo Lasso.
Y de un modo muy similar llevó la campaña de Gabriel Boric, de la cual era “jefe de estrategia”. Pero como, en este caso, ganó, quiso contar cómo lo hizo.
El diario Página 12 lo entrevistó y le preguntó todo lo que hay que saber. ¿Por qué Boric no juntaba gente en la campaña de primera vuelta? Fácil, explica el experto, porque no queríamos. Había, explica, hecho estudios que demostraban que Provoste y Sichel tenían más cercanía con la gente, ellos eran los candidatos -en el discurso- “anti-establishment”.
Los periodistas argentinos se sorprenden con esa aseveración: “¿por qué Boric no estaba en ese lugar? Sus orígenes políticos están vinculados al movimiento social y está muy identificado con el impulso de la Convención Constitucional. ¿Eso no lo acercaba a ese lugar?”
Kraljevich, que tiene muchos nexos con el establishment del Frente Amplio -estuvo a cargo de la campaña de Beatriz Sánchez en 2017, del mismo Boric a diputado, de Giorgio Jackson…-, se ve en la necesidad de explicarles un par cosas de la realidad chilena a los argentinos.
“Boric viene de una familia de cierto nivel económico en Punta Arenas”, les explica. “La Universidad de Chile, pese a ser pública, es una universidad de élite en Chile, entonces haber sido dirigente estudiantil universitario no es algo que lo deselitizara. Además, estudió derecho, que es una de las dos o tres carreras más tradicionales del país. Provoste, la candidata de la Democracia Cristiana, era una profesora de educación física nacida en un pueblito del norte, de ascendencia de un pueblo originario (diaguita). Y desde la derecha estaba Sichel, que construyó su biografía en la narrativa del abandono de un padre y en cómo creció en un hogar pobre. Cuando medimos eso, Boric parecía más lejos de la gente que ellos”, indica Kraljevich.
Ajá.
¿Pero, entonces, como iba a ganar el candidato de las “transformaciones profundas”, si hasta Sichel generaba, según las “mediciones” de Kraljevich, más identificación popular? Bueno, para eso inventaron la segunda vuelta ¿viste?
“En primera vuelta no pudimos apostar a construir desde ahí como sí pudimos hacerlo en segunda, ya sin ningún freno. Porque finalmente esto es percepción. Uno trata de ver dos cosas: cuál es la percepción de hoy y hasta dónde podrías avanzar a una percepción potencial. O sea, hasta dónde es verosímil mover esa percepción. En segunda vuelta era posible construir eso”, dice nuestro estratega.
“Sin freno”. Interesante. Pero ¿qué se podía hacer “sin freno” en la segunda vuelta lo que estaba vedado en la primera?
Kraljevich suelta la pepa al instante: “al comando de campaña lo golpeó quedar segundo, era algo que no se esperaba. Hasta esta elección, en Chile había una idea de que el FA era submedido por las encuestas y esos antecedentes generaban cierto optimismo, pero las encuestas mostraban la diferencia que finalmente se vio en la elección. Sin embargo, creo que el resultado terminó siendo importante para lo que vino después, porque se mostró que el peligro era real y que hacía falta movilizarse. Eso fue lo que marcó la segunda vuelta: una sensación de que había que moverse o (el ultraderechista José Antonio) Kast iba a llegar a ser gobierno”.
“El miedo entonces sirvió como motor para la militancia”, resumen los periodistas.
“Totalmente”, responde Kraljevich, “eso pesó más incluso que los partidos que soportaron a Boric. Gente que no vota por diferentes razones y que se dio cuenta de que había una amenaza real. Eso fue muy positivo para nuestra campaña.”
Así es. Re-positivo, che. Pero, bueno, ahora, por suerte, el fascismo yace vencido. Porque, como dice el generalísimo, “finalmente, esto es percepción”.