Chile, un país generoso

Con una amplia participación electoral, Gabriel Boric se impuso con claridad sobre el candidato de la derecha. El resultado era el esperado, pero también provocado por una gran movilización política, atizada por el repudio a la reacción. A partir de ahora, se volverá a la realidad.

Las elecciones de este domingo confirmaron las previsiones, pero desmintieron los discursos de campaña que apuntaban a una pelea estrecha o al peligro de un “triunfo del fascismo”.

Boric se impuso con más del 55% de los votos, frente a 45% para Kast, pero recibió más de cuatro y medio millones de votos. Eso atestigua un alza importante en la participación electoral, que se empinó sobre el 55%, en contraste con los anteriores comicios presidenciales. En términos globales, sobre el conjunto del electorado, Boric obtuvo algo menos de un tercio de los votos.

Esto significa que la victoria de Boric se debe especialmente a una movilización de sectores que, en la primera vuelta, no habían votado por ninguno de los candidatos del régimen. La derechización de los planteamientos políticos, realizada por Boric y los partidos de Apruebo Dignidad, y que había sido justificada con la necesidad de atraer la menguada fuerza electoral de la antigua Concertación, quedó diluida por la eficacia de los discursos que alarmaban sobre el peligro del fascismo y por la generosidad de amplios sectores populares que decidieron, pese a todo, darle una oportunidad al candidato del ala izquierda del régimen.

Mientras los jefes de Apruebo Dignidad se solazaban con las palabras de apoyo de personeros como Ricardo Lagos, deberán, si son honestos, reconocer que su victoria dependió mucho más del respaldo otorgado por la senadora electa Fabiola Campillai, pese a que a ella no se le hizo concesión ni gesto alguno.

Esta contradicción, evidentemente, marcará los días que vienen, las negociaciones políticas, la conformación del gabinete y la delineación del rumbo político del futuro gobierno.

Ese contraste quedó reflejado luego de la declaración de la victoria. En Santiago, una gran multitud se reunió en el lugar designado por el comando, en la Alameda, mientras que otra muchedumbre se congregó en Plaza Dignidad o en otros lugares que habían sido puntos de concentración durante el levantamiento popular.

Nosotros, en estas páginas, sostuvimos desde un inicio que la victoria de Boric era un hecho seguro. Se había hecho del apoyo de una parte importante del régimen, se beneficiaba del derrumbe de la derecha y contaría con un apoyo popular suficiente para ganar.

Ya era, de algún modo, una especie de aberración que, de todos los interesados, Gabriel Boric, terminara como candidato presidencial, del mismo modo que el ascenso de Kast respondió a muchos factores accidentales, provocados por la crisis de la derecha. Pero a pesar de ello, la ventaja de Boric podría haber sido aún más amplia. Sin embargo, su conducta política estuvo centrada en el intento de rearmar a la antigua Concertación y encabezar un gobierno de cohesión de los partidos del régimen.

Para ese objetivo, era más conveniente un triunfo más estrecho, que hubiese justificado las negociaciones que ahora intensificarán. La paradoja es que la decisión de mucha gente de votar por Boric o contra Kast, ahora dificultará ese empeño.

Ya está claro, sin embargo, que la tarea del nuevo gobierno será defender al régimen existente y cumplir con los dictados económicos que exigen golpear al pueblo y sus condiciones de vida.

La generosidad que ha dispensado el pueblo no será correspondida. No importa. El pueblo continuará en su camino como lo ha hecho desde que se lanzó a ser protagonista de la historia.