Hace cerca de 38 años un día como mediante una proclama radial surgía de entre el pueblo un brazo castigador, su nombre reflejaría la temeridad y fiereza de un luchador de la independencia, Manuel Rodríguez. El mensaje era imperativo y perentorio, comenzaba haciendo un llamado al pueblo de Chile.
La constante y persistente lucha del pueblo chileno contra la dictadura militar mostraría su fuerza en las diferentes movilizaciones, que eran atacadas y disueltas por la represión del régimen. De un momento a otro, comenzó a cobrar fuerza la oposición política cuando las movilizaciones se hicieron masivas, no solo en todo el país, sino que se expandió a todas las poblaciones. La fuerza militar del régimen no era suficiente para impedir las movilizaciones, entonces comenzaron a allanar poblaciones, detener dirigentes, matar a manifestantes, recurrieron al terror, aún así no detuvieron el avance del pueblo. Frente a esta represión comenzaron a surgir organizaciones militares populares, que tenían como fin proteger al pueblo y el término de la dictadura. Una de estas organizaciones fue el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. En un primer momento, sería una fuerza creada a partir de militantes del Partido Comunista, con el correr del tiempo y con la masividad de la lucha ingresarían mujeres y hombres que anhelaban un cambio revolucionario más que seguir las directrices políticas de un partido. El Frente marcaría una impronta, pues al igual que el guerrillero patriota aparecía y desaparecía dejando un mensaje de rebeldía y dignidad a su paso. Estaba en pequeñas ciudades y pueblos, así como en las grandes ciudades, marchaban por las calles de las poblaciones siendo amparados por sus vecinos y demostraban que no estaban solos cuando se enfrentaban contra la represión. Fueron muchas las acciones que con inteligencia y audacia lograron que el régimen temiera por su existencia: la toma de radios para masificar el llamado a la rebelión, el hostigamiento a las fuerzas represivas en cuarteles, la defensa armada en las poblaciones, la expropiación de alimentos, el ajusticiamiento de los asesinos y el atentado contra el dictador.
Después de que el Partido Comunista se integró con los demás partidos a la salida “democrática” negociada con la dictadura y con Estados Unidos, el pueblo se quedó solo luchando. El FPMR con Raúl Pellegrin trató de llevar a la organización hacia la revolución, pues todavía estaban las condiciones sociales para hacerla. Pero todos los partidos políticos tanto de oposición como del régimen trataron de extremar la lucha electoral, con el fin de asustar al pueblo con la continuidad de la represión y del fascismo, por un lado, y por el fantasma del comunismo, por el otro lado. Muchos salieron a vitorear a Aylwin y a la caída de la dictadura, pero la verdad fue que el mismo sistema siguió imperando en el país, solo habían cambiado quienes estaban a cargo. La lucha estaba por decidirse a favor o en contra de los intereses de pueblo. Tempranamente muere Raúl Pellegrin y junto con esto, el gobierno compra a gente que había luchado contra la dictadura, les paga para traicionar y delatar a los que luchaban, otros solo quieren negociar, y con el tiempo se disuelve la organización, pues no fue derrotada, ni aniquilada como algunos pretenden. Se disolvió para aparecer en cualquier momento con otro nombre y otras caras, cuando el pueblo requiera una organización de este tipo.
La gran enseñanza que se puede sacar de un proceso histórico y del paso de una organización como el FPMR, es que: es imprescindible una organización que trabaje por la revolución del pueblo chileno, que existe un legado de experiencia de décadas de lucha, que hay una pléyade de hombres y mujeres que esperan la llamada a la lucha, que se debe tener confianza absoluta en el pueblo y que la lucha debe ser por el poder total para la clase trabajadora.