Las AFP han muerto ¡Vivan las AFP!

En el reino de los ciegos, Piñera es el tuerto. Lo hizo de nuevo. En cadena nacional, realizó un ofertón electoral con una “pensión garantizada universal” y, de paso, tomó la iniciativa. Boric y Kast se inclinan ante el -aún- presidente. No hay problema: todos siguen el diseño elaborado por las propias AFP.

Hay que reconocerle a Piñera ciertas cosas. En medio de la ineptitud dominante, la suya, que es monumental, va acompañada de una audacia de la que carece el resto del personal político. El miércoles feriado -la Inmaculada Concepción, pues- había recibido dos noticias: una buena y otra, con la que se podía hacer algo, si es que se lo proponía.

La primera fue la comunicación de la oficina del fiscal de la Corte Penal Internacional de que no iniciaría un procedimiento preliminar por la represión en contra del pueblo, que Piñera había ordenado. Bueno, pues. Por el momento, al menos.

Y la otra noticia era que, finalmente, Boric iba cerrando su ronda de abjuraciones a sus promesas electorales iniciales. En la mañana, había publicado un extenso paper que resumía las negociaciones que había sostenido con “los expertos” de los comandos de Yasna Provoste y Marco Enríquez-Ominami.

Por supuesto, el “acuerdo” era un pretexto, porque ya estaba previsto que cedería en todo lo importante antes de la elección, para, después de los comicios, comenzar a negociar de verdad, pero ya sobre un fundamento concertacionista ya más definido.

Había un punto que llamaba la atención. Boric prometía una pensión básica universal de 250 mil pesos, pagada por el Estado, que se sumaría a la pensión contributiva, o sea, la que pagan actualmente las AFP o las compañías de seguro, mediante las rentas vitalicias.

Esas 250 lucas venían con letra chica. “Los expertos” habían agregado la expresión “en régimen”, lo que significa que esa suma se alcanzará quién sabe cuándo. En cuatro años, en ocho años… ¿quién sabe? En régimen, pues, o con gradualidad. Por lo pronto, sería de 180 mil para el 60% de las personas y 250 mil para el 40% restante.  

Otro detalle lindo, pero escondido: sube, en los hechos, la edad de jubilación de las mujeres a 65 años.

Y el resto de ese apartado del documento, era la exposición de la reforma al conjunto del sistema de pensiones, con una administradora estatal, con un fondo de reparto y otro de capitalización, que puede ser licitado a “administradores externos”-y que tendrá cuentas individuales “nocionales”- y la pensión estatal universal, que ya vimos. Todo eso, dicho en términos muy generales y muy abstractos. No es casualidad.

Escondido en medio de las muchas palabras, otro tierno pormenor: las cotizaciones suben de 10% a 18%. Pero ¿para qué hacer aspavientos de eso, que sólo afecta a los trabajadores, no a “los expertos”? ¿Verdad?

Porque, además, tampoco era el punto. El mensaje final era simplemente: “y todo esto es negociable”.       

Piñera no se fijó en eso, que lo conoce de sobra. La pensión estatal fue lo que captó su atención.

Rápido, como lo es, cuando quiere, llamó a Luis Escobar, el ministro de Hacienda, y a otros asesores y les ordenó: “armemos algo para esta noche, pero en grande. Ah, y traigan gente. Ministros, subsecretarios, no sé, algunos viejitos. Lo vamos a anunciar en La Moneda”. “Ya, jefe”, respondieron, “¿le avisamos a Kast?” Piñera lo pensó por un instante. “Nah, pa’ qué. Esto es mío. Que se entere por la prensa, ja, ja”, respondió. Todos se rieron, pero alguno igual le mandó un whatsapp a JAK, por si acaso y para que no fuera tan humillante.

Y ahí apareció. Era lo mismo de lo de Boric, pero hecho por Piñera. Eso significaba que, de todos modos, era menos plata. 185 mil pesos, universal, pero no de verdad, sólo al 90%. Lo típico.

¿PBU? No, PGU. con P de Piñera

El proyecto de ley obviamente no existe aún, pero si se apuran, lo pueden ingresar al Congreso antes de las elecciones. Eso ya es lo de menos.

Y el candidato antifascista y de las transformaciones profundas, pero graduales y dialogadas con todos los sectores que piensan distinto a uno, porque esa es la característica de mi liderazgo, los grandes acuerdos ¿qué dijo? Nada, pues, ¿qué iba a decir? “Va en la dirección correcta, voy a aprobar el proyecto”, etcétera, etcétera, musitó. Se lo habían fregado. Le habían visto, una vez más, la debilidad y, justo ahí, le dieron duro.

¿Pero cómo coinciden Piñera y Boric y Kast en algo que, se suponía, es tan controvertido como el tema de las pensiones? ¿No representan intereses distintos, acaso? ¿Unos a favor de las AFP y el otro, en contra?

¡Ah! querido lector, excelsa lectora, cómo decirlo…  

No.

No representan intereses distintos, porque todo este esquema de la pensión universal ¡fue elaborado por las propias AFP! O, hagamos la fina distinción, por los capitales que son dueños de las AFP.

La presidenta de la Asociación de AFP, Alejandra Cox, se hizo famosa cuando dijo que se podía trabajar hasta los 100 años de edad, porque, según ella, Nicanor Parra lo hizo así.

Pero pocos se fijaron en una extraordinaria idea que lanzó apenas asumió ese cargo. Fue justo antes de que se tramitara en el Congreso el tercer retiro de los fondos de las AFP. El gobierno había promovido un aumento de la pensión básica solidaria, la que llaman también pensión asistencial o mínima, en poco más de 10 mil pesos. Con eso, esperaba frenar el avance del tercer retiro en el parlamento.

Cox, en cambio, pensaba en algo muy distinto y así lo dijo en una entrevista al diario La Tercera en marzo de este año: “los escenarios ya cambiaron. Y si bien la ampliación del Pilar Solidario propuesta por el gobierno va en la dirección correcta, es preferible entregar un monto igual para todos, financiado con impuestos generales. Eso introduciría una solidaridad amplia.”

La periodista quedó cachuda con lo de que “los escenarios ya cambiaron” y la “solidaridad más amplia”. Y tiró, como a veces se hace, una pregunta bien provocadora: “¿tal como está el proyecto, ¿es mejor que no se apruebe?”

Cox ni se inmutó: “mejor que no se apruebe tal como está. En lo que sí se podría avanzar, es en poner en marcha una verdadera pensión básica universal, que sea generosa y muy simple de administrar”.

Una “verdadera pensión básica universal”. Eso era algo nuevo.

El intercambio que sigue no tiene desperdicio. “¿A qué se refiere con una pensión básica y universal? ¿Ahora que se propone extender el Pilar Solidario al 80% de la población, no es casi universal?”, preguntó la periodista. Cox insistió: “claro, pero yo diría universal, no 80%”.

“¿Para todas las personas de la población que no consigan ahorrar un monto determinado?”: la profesional de La Tercera no podía creer a sus oídos. “No, para todos: pensión básica universal. Esa base tiene que estar asegurada y toda persona, sobre eso, construye su previsión”, respondió Cox.

¿Pero cuánto le costará al Estado? Para la presidenta de las AFP, eso no es un problema: “creo que, con voluntad, todo se puede”, sentenció.

El plan del capital financiero es muy sencillo. Saben que las AFP, como tales, ya se acabaron. El levantamiento popular y sus consecuencias, especialmente, los retiros, le dieron la estocada final. Ya hace tiempo está claro que la mayor parte de los trabajadores recibirá una pensión que será, en su mayor parte, financiada por el Estado, el actual “pilar solidario” o pensión básica solidaria. El resto, lo pagan las AFP.

Pero su negocio, no hay que explicarlo, no es administrar fondos de pensiones y abonar dinero a una cuenta individual. La gracia de manejar las AFP es controlar el conjunto, la suma, de todos los fondos individuales. Ahí está la ganancia.

Y si todos los partidos del régimen están de acuerdo de aumentar las cotizaciones, es decir, lo que se descuenta obligatoriamente de los sueldos de los trabajadores cada mes, en casi el doble ¿por qué deberían las AFP quedarse fuera de esa, ahora, enorme masa de dinero que ellas convertirán en capital?

El acuerdo de Piñera con la DC, cerrado a inicios del 2020, sólo les dejaba, en principio, el 10% de las cotizaciones a las AFP. Entonces, se había pactado que se debería cotizar un 6% adicional que sería administrado por un ente estatal.

Otros tiempos, cuando aún existía la DC

El plan de Boric aumenta los descuentos a los sueldos de los trabajadores a 18%. Dos tercios de esos fondos serán manejados por un ente estatal que se los entregará a los famosos “administradores externos” para que los inviertan en el mercado financiero. Y ahí es donde entran las AFP o, mejor dicho, los dueños de las AFP, que podrán seguir haciendo de las suyas, pero sin ese lío de pagar pensiones, que de eso se hace cargo el Estado.

Negocio redondo, si piensa bien. De hecho, la masa de cotizaciones agregadas que controlarían aumentaría en más de la mitad.

Por eso las AFP dicen ahora “¡qué mueran las AFP!” Porque, así, cualquiera es “solidario”.