En el último tiempo los más “prestigiados” economistas del sistema han salido a defender los intereses de la burguesía y sus mentiras. Cacarean que la economía tiene mucha “liquidez”, entonces se produce un desbarajuste que no son capaces de manipular.
Como decía Milton Friedman a sus seguidores, que por estos lares tuvo hartos, lo que planteaba como teoría no podía ser llevado adelante en una sociedad de manera íntegra, porque chocaba con las personas o más bien con la realidad. En nuestro país sus alumnos “parece que no muy aventajados” llevaron la teoría a la práctica y el poder económico del Estado chileno fue destruido en favor de los intereses privados, lo que suponía una desmejora de los ciudadanos en pro de la burguesía. Agravaron la inequidad que venía de décadas, pero ahora había más inversión “rapaz” y más dinero para ellos, lo que se reflejaba en un nivel per cápita más alto en la sociedad.
Con la llegada de la “democracia”, todos pensaban que el gobierno iba a realizar un cambio abrupto a favor de quienes lo habían catapultado al poder, no fue así. Ellos ahora gozaban también de las ventajas económicas de estar en el poder, y querían su parte, no importaba el pueblo. Al contrario de lo que se pensaba, fue ahondando en el capitalismo, que ya era feroz antes, ahora se transformaba en depredación y explotación. Comenzaba el “gran engaño”, ahora todos eran empresarios, tanto Luksic como el vendedor de sopaipillas de la esquina eran iguales, eran los grandes emprendedores, pero distanciados en millones de dólares de utilidad, creían que las palabras pueden esconder la realidad y hacer más humanos a personas que solo son ladrones y usurpadores de los recursos del país. NO bastaba con los recursos naturales, la educación, la salud, las viviendas, los recursos básicos, todos pasaron a ser parte de una economía que atosiga a las personas, todo tiene un valor, el que tiene más dinero es el que vale más, no importa si es narcotraficante, delincuente, corrupto o estafador.
La economía es una sola, lo que la diferencia es que se utilice para el bienestar del pueblo o para las ganancias de algunos. La definen como de “libre mercado” o “centralmente planificada”, que debería ser capitalista, pues quiere juntar dinero, o de bienestar común, que quizás es más apropiada a los fines que persiguen dichas personas. En la Grecia clásica, a estos personajes que eran egoístas y no querían estar en la vida comunitaria se les llamaba idiotas. Estos idiotas hoy día en Chile son el 1% de la población, pero como se han servido de sus secuaces, los partidos políticos, hoy reciben el 26,5 del ingreso total y, además, tienen el 49,6% de la riqueza del país. Esto demuestra que hay una inequidad terrible que debe ser cambiada.
Como ya vimos si uno utiliza la economía a su arbitrio puede manejar las cifras y a los culpables. La cabalgante inflación que está presente en todo el mundo donde hacen nata los especuladores, subiendo y bajando precios, tratando de obtener las máximas ganancias sentados tras un escritorio, mientras en países como el nuestro, trabajamos de sol a sol. Esos mismos “actores de la economía” son los que culpan el alza de la inflación por la mayor liquidez en manos de las personas, es decir, los pobres se vuelven locos con los retiros del 10% y del IFE, y salen a gastar el dinero, no quieren trabajar y “nosotros las pobres víctimas” tenemos que subirles el precio de las cosas porque hay mucha demanda, es decir, tratan de ganar dinero aprovechándose de las personas. Estos idiotas plantean que las personas tienen la culpa, lo dicen los representantes del gremio cárneo, del gas, del pan, por no decir todos lo que representan a la clase burguesa nacional. Y esto avalado por sus sirvientes de los partidos políticos y las “grandes luminarias” chilenas de la economía.
El pobre cuando tiene dinero compra un poco más de pan, el rico con más dinero no compra más pan. El especulador ve que el pobre tiene dinero y trata de apropiárselo, sube los precios, aduciendo que la harina subió, que debe pagar los sueldos de los empleados, etc. Y así, en todos lados tratan de sacar su tajada al pobre, mientras el rico desde sus lujosas mansiones reclama porque el pobre trata de gozar la vida, pero lo que tiene que hacer es trabajar.
La economía del país al igual que todo lo demás debería poner al ser humano como sujeto, no como simple objeto posible de manipular por conceptos idealistas. Si la economía afecta al ser humano, debemos arreglar la economía no al sujeto, si falla, la culpa no la tiene el sujeto, sino la economía. Hoy nos encontramos en un mundo donde las cosas son más importantes que las personas, y eso debemos cambiarlo.