La cadena de supermercados más grandes de Chile, Líder, eliminará el cargo de caja, lo que ha despertado la alerta entre los trabajadores, pues significará que cinco mil empleadas corren el riesgo de perder sus trabajos.
El libre mercado es impávido frente al drama que augura el despido de miles de trabajadores del supermercado Líder a lo largo de Chile.
Las que no acepten, serán despedidas. Ese es el ultimátum de la multinacional Walmart a las cajeras. La reestructuración que se propone la empresa plantea que deberán cumplir funciones en sala, lo que significa una disminución de sus sueldos.
En general, los que desempeñan el cargo de caja son en un ochenta por ciento mujeres. La compañía dice que pueden cambiarse a otras funciones llamadas “operadores de tienda”, que consiste en una función flexible que permite que los trabajadores realicen distintas funciones. Si no quieren esa opción, deben irse. Además, el cambio de funciones vulnera los anexos de contrato, pues incluso no estaría claro cuáles son las funciones que deben de desarrollar.
El problema se arrastra hace más de dos años y tiene como elemento central la automatización. Walmart pretende reemplazar los cajeros por máquinas de autoservicio. No sólo las cajeros sufren esto, sino los reponedores que pueden ser reemplazados por máquinas que identifican los productos faltantes.
Como en todos lados, los adelantos tecnológicos no son el problema, sino la forma en que los empresarios operan, tratando de convertir a los seres humanos en objetos que pueden manipular a su arbitrio y que pueden manejar con el miedo al despido, quitándoles parte de su sueldo y usándolos en diversas funciones “no precisadas” con el fin de ganar más utilidades. Es decir, la misma persona puede un día estar reponiendo los estantes y al otro día estar atendiendo en otra área, lo que llaman la “multifuncionalidad”. El resultado es la llamada precarización de los trabajos, que no es más que un aumento de la explotación.