Si usted, estimado lector, querida lectora, justo no tiene tiempo para leer el artículo o el tema le parece tedioso, se lo resumimos aquí: en todo, pero especialmente en aritmética.
Se dice que Gabriel Boric se confunde con “las cifras”. Habría que extender ese diagnóstico a todo su grupo, orgullosos graduados universitarios y, muchos de ellos, detentores de postgrados premium. Porque es verdad.
Hagamos un ejercicio. Si un candidato obtiene un cuarto de la votación y su contendor más cercano, también, pero un poco más -de hecho, 150 mil votos más, de los cuales 100 mil (atención, eso son dos tercios, la fracción favorita de la “izquierda”) se concentran en una sola región, la novena ¿qué sigue de eso?
La respuesta, según los ilustrados examinados, sería: “estamos completamente fregados. Chile se volvió de derecha; los fachos pobres, las zonas rurales, la inmigración, el clivaje orden versus cambio…”. El alumno, en ese punto, ya pierde la concentración, se saca los lentes de diseñador con cero dioptrías y tras suspirar varias veces, dice “bueno, ahora todo depende de la junta nacional de la DC”.
La política no es como las matemáticas. Pero exige, como la madre de todas las ciencias, evaluar magnitudes.
Y ahí, falla la “izquierda”. Y eso no viene de ahora.
La última elección, antes de los comicios generales del domingo, mostró algunos números sorprendentes.
En el plebiscito no se presentaron partidos. Sólo hubo dos opciones. Una, apruebo, otra, rechazo. La primera alcanzó 5,8 millones de votos, la segunda, 1,6 millones.
En los constituyentes, un poco más de la mitad de los votos fueron a candidatos que habían postulado como independientes. Incluso habían podido, gracias a una concesión de los propios partidos del régimen, formar listas, de modo que su votación fuera más eficaz. Algunas de esas listas que, a través de diversos mecanismos, lograron que su posición fuera algo más clara y definida, incluso, concentraron las preferencias. La Lista del Pueblo, por ejemplo, reunió casi un millón de votos.
“Independiente” significa, en este contexto, y eso lo sabe todo candidato independiente, ajeno, si no contrario, a los partidos políticos del régimen.
Pero para la “izquierda”, lo significativo fue la votación que recibieron sus… partidos, aumentada, por cierto, por centenares de candidatos independientes “propios” que iban en sus listas.
Así, para los estrategas de la “izquierda”, algo así como 3,1 millones de votos (los que recibieron los independientes) valen menos que el millón de sufragios que conquistó Apruebo Dignidad.
Y un millón de votos en 2021 valen más que 1,3 millones obtenidos en las parlamentarias 2017 por el Frente Amplio, el PC y el FRVS, es decir, el actual Apruebo Dignidad. Es cierto, hubo una participación menor en las elecciones a constituyentes y los votos del Frente Amplio de 2017 incluyen a partidos y personas que después se escindieron. Pero está claro, igual, que hay un problema con los números aquí, porque no crecieron mucho, quizás nada. Pero ellos lo estimaron éxito rotundo.
Y el último problema es el siguiente: la candidatura presidencial de Boric reunió en las primarias un total de 1,7 millones de votos, si se suman las preferencias por Jadue.
Un par de meses después, Boric está donde mismo: 1.814.809 de sufragios, a menos de 150 mil votos de distancia de Kast.
La política no es una ciencia exacta. Es un arte, dicen algunos. Pero puede ser con números o “al ojo” o por medio de la actividad política misma que esta gente se dé cuenta de que el pueblo no los sigue, a ninguno de ellos, a los fachos, a la “izquierda”… incluso cuando los vota.