En las elecciones del régimen: otra vez sopa

Los comicios presidenciales terminaron en un virtual empate entre las dos alas del régimen. Los candidatos que pasarán a segunda vuelta lograron apenas un cuarto de los votos. La abstención, nuevamente, rondó en torno a la mitad del electorado. Queda claro que, bajo las reglas del régimen, no se pueden lograr cambios.

Al final, en la medida que avanzó el conteo, terminaron casi encontrándose. Kast con poco menos de 28% de los votos y Boric, un poco detrás.

El resto es molido, a decir verdad. Los resultados destrozan varias ilusiones.

La más dañada es la pretensión de Apruebo Dignidad de representar “un nuevo ciclo” o cambios dentro del sistema. Esa fantasía se estrelló en contra de la realidad.

Nunca fue posible, pero hay maneras y maneras de perder en política. La de Boric es asombrosa. Conquistó en las primarias de Apruebo Dignidad un millón de votos. Su contrincante, Daniel Jadue, logró 700 mil sufragios. Sumados, 1,7 millones de votos seguros, consolidados, propios. El piso que le llaman. En ese momento, había asegurado su victoria en las elecciones presidenciales.

Pero tres meses después, Boric está exactamente igual. Es decir, no ganó ni un solo voto. Podría ser este fracaso un monumento a la ineptitud política. Y lo es. Pero, en el fondo, es sólo la demostración de la incapacidad de las tendencias de índole reformistas de dirigir.

Esa incapacidad, que es irreversible y general, tiene consecuencias. Alimenta, como ocurrió en estas elecciones, al polo contrario, que ahora se cree triunfador, con Kast.

En las elecciones del régimen no hay opciones distintas. No hay izquierda y derecha, no hay democracia y fascismo. Es siempre el propio régimen el que se pretende validar. La segunda vuelta será la demostración de ello. Boric y Kast ya los señalaron. El primero concordará con la UDI y RN. El segundo, irá a pedir el apoyo, incluso, de Eduardo Artés y de Parisi.

Boric presentará su opción como se ha hecho siempre, como el mal menor, como “defensa de la democracia”. Y Kast hará lo mismo, con las herramientas de la derecha.

Es probable que gane el primero, pero, en cualquier hipótesis, el próximo gobierno será el de la decadencia absoluta del régimen. Una decadencia que se caracteriza, de manera muy marcada, por la inhabilidad completa de comprender al mundo y a la sociedad. Una decadencia que tiene como único norte la sobrevivencia del régimen.

La población podrá seguir, una vez más, este trillado juego electoral. Pero nuestro pueblo saca sus enseñanzas de manera más rápida y clara. El único problema es que sus enemigos, nuevamente, no lo verán venir.