Los trabajadores del metal en el puerto de Cádiz, en el sur de España, llevan cinco días en movilización contra los patrones y un aumento de sueldo miserable. Las cifras de los sindicatos metalúrgicos cifran en 98% el porcentaje de trabajadores que se han sumado a la huelga, muy lejos del mezquino 15% que han definido los patrones. Como sea, la movilización es real y ha ido sumando adeptos a lo largo de la semana. Cortes de ruta, bloqueo de los accesos al puerto y hasta incluso avances al centro de la ciudad, han marcado los días de movilización.
El malestar de los trabajadores nace a partir de las negociaciones por la renovación del convenio colectivo, mientras ellos piden un aumento salarial del 3%, los empresarios ofertan un mísero 0,5%, cifra que es mucho más escandalosa cuando vemos que el IPC ha subido más de un 5% en el último año.
“No queremos perder poder adquisitivo. Con los tres días que llevan [con un preludio de dos jornadas de la semana pasada con seguimiento del 100%, según los sindicatos] las empresas ya habrían tenido dinero para pagar el IPC. Además, le damos todo 2022 para pagarlo. El pulso acabará cuando la Femca [Federación de Empresarios del Metal de Cádiz] entre en razones”, declaró Antonio Montoro, secretario general de la Federación de Industria (Fica) de UGT (Unión General de Trabajadores).
Visto como ha ido avanzando la semana, con la intransigencia de los empresarios y la represión ejecutada por el gobierno socialdemócrata, velando como siempre por el interés de los ricos, los días que siguen se anticipan de una agudización de la movilización. Las muestras de apoyo han ido llegando desde diversos sectores de trabajadores de todo el país, y siguiendo el pulso revolucionario, los operarios de la planta textil INDITEX (Mundialmente conocida por la marca Zara) de Zaragoza ya han hecho un llamado a parar la producción la semana entrante, después de más de 10 meses de negociación con los empresarios. Los trabajadores aguantamos bastante, a veces más de lo que deberíamos, pero porque en nuestra vida siempre lo hemos hecho así. No somos violentos como nos quieren señalar los ricos, somos gente honrada que trabaja día a día para conseguir el sustento. Como expresan los trabajadores al calor de la manifestación: “Somos obreros, no delincuentes”. Sin embargo, nuestra paciencia tiene límites y así como en Cádiz, los levantamientos y las expresiones de nuestro poder, se siguen sucediendo día tras día.