Se vino la deflación

Lo estuvieron inflando hasta casi reventar y, sin decir agua va, lo abandonan. A cuatro días de la elección, la derecha se olvidó de Kast. Y en la “izquierda” las cosas tampoco van muy bien que digamos… aunque para algunos sí, porque están ganando harta plata.

Lo estuvieron inflando hasta casi reventar y, sin decir agua va, lo abandonan. A cuatro días de la elección, la derecha se olvidó de Kast. Y en la “izquierda” las cosas tampoco van muy bien que digamos… aunque para algunos sí, porque están ganando harta plata.

Todo el mundo sabe lo que es la inflación. Todo sube y sube. La deflación, en cambio, es un fenómeno un poco menos conocido, aunque es bastante frecuente. Digamos simplemente que los precios bajan y bajan, porque nadie quiere -o puede- comprar.

Y el producto que ofrecen los candidatos en el mercado político no tiene mucha salida, aunque lo presenten en diversas variedades.

En el caso del candidato Yellow, como le dice Jorge González, el efecto deflacionario es evidente. Va de ganador, es cierto. Pero mientras más se acerca la elección, más desastres provoca. Primero, ayudó a quebrar al PC o, para ser más precisos, a exponer su estado fatal. La organización criticó a Piñera por su intervención en Nicaragua. Boric defendió la posición de Piñera y conminó al Partido Comunista de Chile a “retractarse”. Sus dirigentes se apuraron a repudiarse a sí mismos.

Un partido así no tiene mucho futuro, aunque entre al gobierno.

Pasaron dos o tres días y una revelación inaudita sacude al Frente Amplio. La rendición de gastos de la postulación a gobernadora regional de Karina Oliva, del partido Comunes, mostró que un pequeño grupo de asesores cobraron al Estado honorarios de entre cuatro y ocho millones de pesos mensuales por sus servicios.

En total, 137 millones de pesos entre siete personas por un par de meses de “trabajo”.

La escandalera fue grande, como era de esperar. Los otros partidos lanzaron sus dardos envenenados, aunque no mucho más que eso. Al fin y al cabo, los chicos y chicas de Comunes no hicieron nada distinto a lo que ellos practican; probablemente menos. Pero cometieron un error de aficionados: todo quedó por escrito y en un registro público.

¿Y Yellow? Bueno, Yellow ni lo pensó y los tiró debajo de la micro, como dicen los gringos. Lo que pasa es que los de Comunes no son grandes amigos suyos. De hecho, una parte de ese partido es la antigua organización de Yellow, y le conocen todas las mañas. Otra parte quiso ir con Jadue porque no creía en el potencial de Yellow… y así.

En horas, renunció el presidente de Comunes, los detractores internos quieren que rueden cabezas, la campaña a senadora de Oliva tambalea. Otro desastre más.

Mientras, en la derecha, cancelaron a Kast, o casi. Lo inflaban e inflaban, pero parece que el globo tenía una pequeña apertura por donde se escapaba el aire. En el debate presidencial parecía Drácula, decían. Muy pálido. Y sus provocaciones y chistecitos salían medio grisáceos.

Motivo suficiente, parece, para volver con el Sichel que ahora se les asemeja a Chayanne, pero versión papiche o perilla.

Remarcan los precios hacia abajo e, igual, nadie quiere su pescá.