El gobierno continuista 2010-2014

Una vez terminado el período de apaciguamiento encabezado por Michelle Bachelet, la Concertación pretendía seguir en el poder, pero las movilizaciones le habían restado fuerza y se había subestimado su apoyo. Su candidato, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, resultó derrocado frente al contendiente de la derecha, Sebastián Piñera.

Para el periodo 2010-2014 resultó vencedor el candidato de la Coalición por el Cambio, que agrupaba a los partidos de derecha. La Concertación había cometido el error de creer que el apoyo de Bachelet era traspasable a los partidos. Eso evidentemente no era así. Y con Frei, menos. Los asesores políticos aconsejaron no usar su imagen ni nombre en la propaganda electoral, pues provocaba demasiada aversión.

Pero hubo un hecho concreto, justo antes de la elección, que selló la estrecha derrota de la Concertación. El gobierno había cometido el error de prolongar el paro de los profesores, centrado en la deuda histórica, y negar sus demandas. A pocos días de los comicios, la ineptitud e inflexibilidad sellaron la caída electoral.

El gobierno de Piñera tuvo que ocuparse de las consecuencias del terremoto del 2010. Al inicio, mantuvo una política de disciplina presupuestaria, pese a haber heredado de Bachelet las arcas fiscales con cuentas positivas. Posteriormente, tuvo que enfrentarse al rescate de los 33 mineros desde las profundidades de la mina San José. Esto le sirvió como distractor de cualquier movilización en los primeros meses de su mandato.

En general, este gobierno sólo fue una prosecución de las políticas seguidas por la Concertación.

Se retomaron las movilizaciones por las demandas en el campo popular.

A inicios del 2011 el problema por el alza del gas provoca un paro regional encabezado por la Asamblea de Magallanes que consistió en cortes de ruta hacia el aeropuerto, pasos fronterizos y zonas turísticas, bloqueos al puerto, y control de horarios del comercio. Al séptimo día de paro el gobierno cedería.

Luego, seguiría en 2012 la movilización en Aysén, que repetiría el método de Punta Arenas, con un petitorio de demandas.

Ese mismo año, en el norte de Chile, en Freirina, la comunidad demandó el cierre de la planta de Agrosuper, debido a la contaminación ambiental.

Este tipo de movilización, de carácter más masivo y territorial, sería un avance cualitativo en la experiencia para las luchas futuras.

En el intertanto, prosiguieron las movilizaciones estudiantiles impulsadas por los secundarios. Pero pronto, el protagonismo político lo tomarían los dirigentes universitarios: ellos expresarían el descontento creciente, también sectores medios y acomodados, con el estado del régimen.

Desde el principio, este gobierno no tuvo muchas pretensiones, excepto la de ser continuador de los gobiernos anteriores. El presidente se erigió en figura principal, pero crecientemente decorativa. Piñera sobresalió por la torpeza individual, por su afán de sobresalir, por su intervención personal en todos los asuntos, por tomar decisiones políticas erradas y evitar su responsabilidad, delegándola en otros.

Los partidos se habían dado cuenta que debían refugiarse en el Congreso: allí transcurriría la política ahora. Y allí debían hacerse fuertes para defender a un régimen, cuya crisis ya era evidente.