El pueblo los quiere libres

Nuestros jóvenes presos políticos llevan en muchos casos dos años castigados por luchar. Dos años que sus madres y familiares claman por justicia. Dos años en que esta lucha ya se ha convertido en una demanda más del pueblo. Dos años en que metódicamente, sin pausa y en las calles el pueblo señala que los quiere libres.

A ojos de nuestros enemigos, los presos políticos no existen. Son delincuentes comunes nada más. Algunos privilegiados y miopes- desde la convención- señalan que los que hoy siguen protestando y luchando en las calles son solo antisociales, desadaptados y resentidos. Que la verdadera lucha se da en la convención y no en las calles ¡Ja!

Pero estimados y estimadas lectoras, nuevamente – en el planeta constituyente- y a pesar de tamaña imbecilidad planteada por esta nueva casta de pseudo intelectuales. Podríamos convenir  en un punto,  somos desadaptados y además – tal y como ellos señalan a modo de ofensa- resentidos. Desadaptados. Porque sencillamente no nos adaptamos a un sistema que no pone en el centro de sus preocupaciones al ser humano  y sí, también resentidos. El resentido, es decir, la persona que siente resentimiento,  aquella “Que se siente maltratada por la sociedad, por la suerte o por la vida en general y muestra una actitud de constante enfado hacia los demás”. Llámennos pues,  con justas razones resentidos, pero con una salvedad. La rabia generada por ese maltrato perpetrado a diario, nos moviliza y también marca el camino.  La organización del pueblo por cambiarlo todo.

Toma rectoría UdeC

En Concepción y en todo Chile las muestras de organización para liberarlos, se han dotado de sus más múltiples formas: marchas, mítines, ocupaciones de lugares, puntos de prensa, cortes de ruta incluso hace unas semanas las madres iniciaron una huelga de hambre. Todo eso para liberarlos. Aun así los políticos siguen usando el dolor de las familias como moneda de cambio para una negociación con cálculos electorales y posponen su discusión. No contentos con eso, un grupo de parlamentarios de la UDI anunció que recurrirá al Tribunal Constitucional para frenar cualquier intento de indulto general. ¿Cómo no sentir rabia cuando se ve como juegan con el dolor de las madres de los jóvenes encarcelados ? ¿Cómo no sentir resentimiento  frente al actuar indolente de los politiquillos que dijeron que no se escribía nueva constitución con presos políticos? ¿Cómo no sentir rabia cuando a diario constatamos que ni la justicia ni los derechos humanos existen para los pobres?

Marcha 28 de octubre por la liberación de los y las presas políticas por las calles de Concepción

Así lo expresó Juan Sandoval, luchador de ayer y hoy  en un mitin realizado hace unos días en la capital regional de Concepción. «Nuestros lienzos reflejan lo que pensamos, cuando decimos: Libertad para los presos políticos de la revuelta del año 2019, uno no puede estar detenido más de 3 meses y ellos llevan más de 2 años. Su calidad de presos políticos está allí presente, porque fueron detenidos en actos de rebeldía contra este sistema brutal y asesino. Los jóvenes todavía están presos y este gobierno de ultraderecha que apoya los crímenes que se comenten en la Araucanía, con este actuar está dando una señal para que los derechos humanos sigan violándose. No queremos que el presidente Piñera continúe y pedimos su renuncia», finaliza su intervención.

Mitin 5 de noviembre por la liberación de los presos políticos.

Y sí, llámennos  con justa razón resentidos. Hemos sido maltratados y sentimos rabia.  Somos Los olvidados, los que patean piedras en las esquinas. Somos los niños del Sename abusados. Somos las madres de los cabros encarcelados a quienes la justicia les muestra su peor cara. Somos las familias de los asesinados.  Somos los mutilados a espera de reparación. Somos los que no pudimos seguir estudiando. Somos los sin casa.  Somos a los que no nos alcanza la plata para llegar a fin de mes. Somos los que estamos en lista de espera, los que morimos esperando. Somos los viejos con pensiones de hambre. Somos todos los maltratados  a diario por un sistema y sí. Sentimos rabia. Sentimos dolor, sentimos impotencia, pero lo transformamos en organización. En protesta y en lucha. Y seguiremos en las calles  sin permiso, una y otra vez. Sin claudicar hasta liberarlos a todos.