Los asnos de Buridan

Existe una paradoja conocida como del “asno de Buridan”. Un asno, sediento y hambriento, tiene que elegir entre dos cosas: un cubo de agua o un cubo de avena. A los afamados senadores le pasa lo mismo que al asno: no saben que hacer con el retiro del 10% y con la libertad de los presos políticos, darlo o no darlo, al igual que el asno, van dilatando su decisión.

Se relaciona la paradoja del asno con Jean Buridan, aunque el autor original fue Aristóteles. En uno de sus escritos, el filósofo griego se preguntaba si un perro, que debe elegir entre dos comidas apetitosas, está en condiciones de tomar una decisión.

Comentando este problema, Buridan planteó que el ser humano puede retrasar la elección, por su voluntad, y determinar cuáles van a ser los resultados posibles de la opción adoptada.

Confrontado a una indeterminación, los críticos comenzaron a burlarse de esa idea y crearon la metáfora del asno muerto de sed y hambre, equidistante de un cubo de agua y de un cubo de avena. La indecisión lleva al asno a la muerte.

El Senado, por boca de su presidenta, Ximena Rincón, del Partido Demócrata Cristiano, demuestra claramente el dilema en que están frente a las decisiones que tienen que tomar.

Por un lado, deben aprobar el retiro del 10% de los fondos de las AFP. Con ello, millones de personas estarían agradecidas, pues tendrían dinero para afrontar los tiempos borrascosos que se aproximan. Junto a ello, también deben aprobar la liberación de los presos políticos del levantamiento popular del 2019. Si hicieran eso, un gran número de personas podría darle el beneficio de que los políticos están cambiando, que apoyan al pueblo y a los jóvenes que están presos.

Pese a que esa decisión parece factible y lógica, y les traería más dividendos, los senadores piensan que beneficiar al pueblo les quitaría poder y que quedarían a su arbitrio: al final, tendrían que hacer lo ese pueblo les mandara.

Por el otro lado, no aprobar el retiro significa echarse a todo el mundo encima. Significa perder muchos votos, al menos, a los que van a la reelección. O significa un mayor debilitamiento de los partidos políticos y que el lectorado prefiera, al final, a independientes, como lo ha hecho en las últimas elecciones. Pero rechazar los proyectos también tiene una parte positiva: los honorables estarían alineados con la burguesía y el gobierno, obtendrían quizás alguna recompensa monetaria -¿quién sabe? u otras concesiones políticas.

El Senado navega por un mar tormentoso. Al igual que el asno de Buridan, no sabe que hacer y deja pasar el tiempo antes de tomar una decisión. O se arriesga y entra a puerto o se hace a la mar para capear el temporal. Pero, para variar, siguen en las aguas revueltas dilatando la decisión. Eso llevará a un único desenlace: que se hunda su nave.

Muchos no lo quieren aprobar ahora para que no tenga un efecto sobre las elecciones próximas, pero si esperan después de las votaciones, no tendrá ningún efecto para beneficiarse políticamente.

¿Qué hará este burro?