Tamara, el fuego que castiga

En 1988, cuando los partidos políticos actuales negociaban con la dictadura para alcanzar el poder, hubo organizaciones político-militares que creían que el pueblo podía hacer una revolución. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue una de ellas. Cecilia Magni Camino, Tamara, una de sus líderes.

15 de enero de 2022

Decía Karl Marx: “no es la conciencia social del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. En el caso de los militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la lucha en contra de la dictadura militar, el ascenso de las movilizaciones populares y la posibilidad de una revolución, llevaron a miles de chilenos a ser parte de un movimiento que podía cambiar al país. Primero, como brazo armado del Partido Comunista, luego independientemente, cuando el PC dejó de lado la vía armada para negociar y ser incluido en la coalición que administraría el poder; lo que no ocurrió, sino hasta 2014.

Entre de los militantes del FPMR, no sólo sobresalieron hombres por su espíritu de lucha y su resolución, sino también mujeres. Destacamos a Cecilia Magni Camino, conocida como Tamara. A diferencia de lo que muchos creen, no es tan importante en qué operaciones estuvo, sino el trabajo y el esfuerzo que ponía en las tareas que debía realizar. “La lucha es la única forma realista y válida de cambiar el rumbo del país”, no sólo era una convicción motivada por el entusiasmo, sino que era parte de la voluntad de un pueblo que tenía a su cabeza un grupo de hombres y mujeres conscientes de la necesidad de cambiarlo todo.

Nunca para quienes quieren cambiar las condiciones sociales de un país, ha sido la primera opción empuñar las armas. Es ese el último recurso. Pero cuando abrazan esa opción, lo hacen con todo su ser: ponen su vida a disposición de un pueblo.

Tuvo muchas responsabilidades como revolucionaria, y las asumió como debe de hacerlo cada militante del pueblo, con entereza, profesionalismo y disposición. Allí donde era requerida, estaba, recibiendo nuevos compañeros, en la logística, con las milicias, en las tareas militares, como debe hacerlo cada uno que toma el camino, que no fue escogido por ella. Ella tuvo el privilegio de que el pueblo la eligiera como su luchadora y la llamara Tamara.

Tamara era la mujer fuerte, inexpugnable, inquebrantable. El pueblo la esculpió de roca para conducir a sus hijos. Los condujo, los guió, los levantó en los padecimientos. Fue la hermana siempre alerta, se convirtió en el acero en nuestras manos. Esa era Tamara.

Militantes del FPMR formados antes de hacer propaganda armada en Los Queñes, entre ellos está Tamara. 1988.

Allá por 1988, se declara la Guerra Patriótica y Nacional. Cuando todos los partidos políticos apostaban a la negociación, el FPMR junto al pueblo optaba por la revolución. Se realiza una jornada de propaganda armada, en la que se toman diversos poblados como Los Queñes, Pichipellahuén, La Mora y Aguas Negras. El grupo que tomó Los Queñes iba dirigido por José Miguel, Raúl Alejandro Pellegrin Friedman. Junto a él iba Tamara y el resto de los combatientes.

En la retirada, serían apresados, torturados y asesinados por los carabineros Víctor Verne Acosta, Carlos Bezmalinovic Hidalgo, Juan Rivera Irachet y Walther Soto Medina, quienes fueron procesados y acusados en la causa, pero posteriormente absueltos por la justicia.

Más que recordar su muerte, recordamos su vida y su legado como revolucionaria, el fuego de una mujer incansable.

Nos quedamos con sus palabras dichas en la lejanía: “Ingresé a esto porque creía y aún creo en una sociedad diferente más justa y este camino es más realista. Soy consecuente con mis ideas (…) La lucha es la única forma realista y válida de cambiar el rumbo del país””.