«El país de los hombres dignos»

En un pequeño país de África, llamado Alto Volta, una colonia francesa que alcanzó su independencia en 1960, aparece la figura de un hombre que pretendía cambiar los destinos de un país y que luchó contra esclavitud financiera. Se llamaba Thomas Sankara.

Thomas Sankara nació en 1949. Ya de niño vivió las diferencias clasistas entre los europeos y los africanos. En un momento, eso le impulsó a bajar la bandera francesa y reemplazarla por la de su país, por lo que fue castigado en su escuela. A los 19 años sigue la carrera militar, como su padre, y un año después iría a Madagascar a un entrenamiento de oficiales. En ese momento cambiaría su vida, pues allí vería los levantamientos populares contra el gobierno malgache, lo que lo llevó a la lectura de Karl Marx y de Lenin. Años después, formaría con otros oficiales jóvenes la Agrupación de Oficiales Comunistas.

Alto Volta se movía al son de los golpes de Estado, y uno de ellos en 1983, promovido por Blaise Compaoré, lo haría presidente. Entre 1983 y 1987, llevaría adelante diversas medidas que aumentarían su popularidad y a la vez la inquina de sus detractores. Lucharía contra la corrupción; la educación y la salud pasaron a ser las prioridades del régimen; el combate a la hambruna. La reforestación; la promoción de los derechos de la mujer; la reforma agraria; la suficiencia alimentaria; la construcción de carreteras y vías férreas; la alfabetización de la población, etc., caracterizaron su gobierno. Con esto demostró que los países africanos podían lograr la prosperidad sin la asistencia extranjera, que sólo depredaba al continente. Se haría de enemigos, al reducir los sueldos de los funcionarios públicos y de él mismo, al redistribuir las tierras de los terratenientes a los campesinos, al impedir la ayuda exterior que sólo quería controlarlos, al luchar contra el pago de la deuda externa de los países pobres, etc. Además, cambiaría el nombre del país, Haute-Volta en francés a Burkina Faso, el país de los hombres dignos, en el idioma de su país.

En 1987, Blaise Compaoré llevó a cabo un golpe de Estado contra Sankara, apoyado por intereses imperialistas. Fue asesinado, desmembrado y enterrado en una tumba anónima. En un corto tiempo, el nuevo gobierno se encargaría de someterse al FMI, de volver a las privatizaciones, y de borrar cada avance hecho bajo Thomas Sankara. Las vicisitudes de la historia harían que la figura de Sankara, tomada por la oposición a Compaoré, sea la que lo derrotó.

Sankara era antiimperialista, panafricano y marxista, tenía como inspiración a Fidel Castro y el Ché Guevara. Por su aproximación al guerrillero heroico, fue conocido como el “Ché africano”.

En 1984 expresaría estas palabras sobre lo que habían construido: “Nuestra revolución en Burkina Faso se basa en la totalidad de las experiencias del hombre desde el primer aliento de la humanidad. Queremos ser los herederos de todas las revoluciones del mundo, de todas las luchas de liberación de los pueblos de África. Sacamos las lecciones de la Revolución estadounidense. La Revolución francesa nos enseñó los derechos del hombre. La gran Revolución de Octubre trajo la victoria al proletariado e hizo posible la realización de los sueños de justicia de la Comuna de París.”

Desde el 2015 en adelante, se ha tratado de recuperar el cuerpo de Thomas Sankara y se ha llevado a la cárcel a algunos de los que participaron en su asesinato. Los más connotados huyeron del país. Aun así, se seguirá el juicio contra los que lo asesinaron, que debía comenzar el 11 de este mes, pero se aplazó.

Su esposa, Mariam Sankara, lo recordaría: «Thomas supo mostrar a su pueblo que podían llegar a ser dignos y orgullosos a través de la fuerza de voluntad, el coraje, la honestidad y el trabajo. Por encima de todo, lo que más quedó de mi marido tras su asesinato, es su integridad.»