Plaza Dignidad

Sobre la Plaza Dignidad no se ha hablado tanto. Algunos estultos que quieren que todo vuelva atrás, cuando gozaban la vida y todo estaba bien para ellos, pero no para los demás, defienden una estatua, que ya no está. La mayoría ve la verdad, un símbolo del poder del pueblo a unas cuantas cuadras de La Moneda.

En el mundo hay muchas plazas que se han convertido en símbolos. La Plaza Tahrir en El Cairo, durante la primavera árabe, la Plaza Roja en Moscú en la revolución rusa, el Zócalo en Ciudad de México, la Plaza de la Revolución en Cuba, y muchas más, son escenarios donde las personas se manifiestan expresando su anhelo de cambio en contra de un régimen.

En el caso de Chile, la Plaza Dignidad tuvo muchos nombres antes: Plaza La Serena, Plaza Colón, Plaza Italia, Plaza Baquedano. Ha ido cambiando, de acuerdo a quiénes se rinde homenaje; al principio a la ciudad de La Serena, a los 400 años del “descubrimiento” de América, a Italia, que donó un monumento al Genio de la Libertad y, por último, en honor al general chileno que venció a las fuerzas peruanas en las batallas decisivas de Chorrillos y Miraflores, aquel que no quiso recibir por parte del Congreso el grado de capitán general, pues lo merecían todos los que habían luchado por Chile y no solo él.

En aquel 18 de octubre del 2019, cuando los estudiantes en las estaciones de metro saltaban los torniquetes y eran reprimidos salvajemente por los pacos, cerrando estaciones y el pueblo miraba estupefacto la inquina brutal contra sus hijos e hijas, fue en la plaza, en ese entonces, Baquedano, donde parece iniciarse un vendaval que recorrería avenidas, calles y pasajes de Santiago, llamando a luchar contra aquellos que habían osado mancillar a los hijos. La furia y la ira desatada, pero limitada, golpeó a las estaciones de metro, supermercados, micros, peajes, comisarías, cuarteles militares, que representaban a quienes debían pagar tanta injusticia y falta de libertad del pueblo.

Una y otra vez, el centro de reunión fue el límite entre Santiago y Providencia, donde comenzaba la clase alta hacia la cordillera, con las comunas populares hacia la otra dirección. Era una plaza que reflejaba el clasismo, era la puerta al Oriente, donde reinaban los partidos políticos de la derecha. Quitarles la plaza fue la tarea que la multitud hizo suya. La masas la defenderían con todo, eran guerreros que tomaban una cabeza de playa al enemigo y con eso conquistarían todo el territorio, que fue lo que pasó posteriormente. Es importante, porque reflejó en los primeros instantes, en consignas que venían de antes, como “hasta que la dignidad se haga costumbre”, puesta por los profesores de Concepción en los paros del magisterio en años anteriores. Allí las personas, en esa plaza, recrearían la dignidad de Chile, que aún estaba a salvo en el pueblo, pero no en la burguesía, sumergida en la inmoralidad, que se reflejaba en la corrupción, el robo y la estafa. La Plaza pasó a llamarse Dignidad, porque los manifestantes no eran como la burguesía, sino representaban un nuevo destino, que construiría la clase trabajadora, como siempre lo ha hecho, con respeto, solidaridad, verdad, justicia y libertad hacia todos, con dignidad.

La Plaza Dignidad ha sido testigo de la represión encarnizada de los pacos, mandados por el gobierno para acabar con un poder muy cercano que los minimiza como dirigentes. Pero a la vez, ha sido testigo privilegiado de una de las concentraciones más grandes de nuestro pueblo. Al gobierno no sólo le duele la palabra dignidad, sino que le duele que ese lugar fuera tomado por la gente, y lo que le trae más sufrimiento es que sea un foco donde se recrea el poder popular.

Los que pueden ir a la Plaza Dignidad no son todos; la admisión es selectiva. Pueden ir los trabajadores, los estudiantes y los pobladores, pero no pueden ir políticos, milicos, pacos o burgueses, y si van, lo hacen disfrazados o en las sombras de la noche, como delincuentes que son.

Como lo veremos en el futuro, la Plaza tomará el nombre de Dignidad y lo hará en homenaje de todos los hombres y mujeres dignos de nuestro pueblo, recordando que en esos que se levantan temprano a trabajar está el destino de Chile.