Peligroso ratiladrón va preso

Fue el jefe de la PDI. Robó hasta quedar tonto, aunque parece ya lo era. Ahora, la justicia decidió que deberá ir a prisión preventiva por ser “un peligro para la sociedad”. Si sólo fuera uno…

Héctor Espinosa fue nombrado por Michelle Bachelet director general de la Policía de Investigaciones en 2015. Durante el levantamiento popular sumó a la PDI a la represión generalizada. Detectives que se ufanan de su “método científico” de investigación criminal rondaban las calles de las ciudades de Chile. Fuertemente armados y, normalmente, muy asustados, disparaban a diestra y siniestra. Su jefe, Héctor Espinosa, declaró entonces que cuando sus funcionarios disparaban “no era una violación a los derechos humanos”.

Pero, en el intertanto, robaba. Con la asistencia de su ayudante Eduardo Villablanca, cada mes giraba 30 millones de pesos mensuales de gastos reservados a sus cuentas personales o las de su esposa, o se los llevaba en efectivo para la casa. En total, se ha descubierto que Espinosa se apropió de 146 millones de pesos. La forma era tan burda que hasta uno de los abogados más caros y con más conexiones en el Poder Judicial no pudo evitar que, luego de la formalización, la jueza decretara prisión preventiva en contra de Espinoza. Su mujer y Villablanca deberán cumplir con arresto domiciliario nocturno y total, respectivamente, durante el período de la investigación.

La magistrada señaló que “no estamos hablando de un funcionario del departamento de bienestar, ni de una repartición menor de la organización, sino de la máxima autoridad de una institución policial de carácter profesional que, según su mandato legal, debe investigar los delitos y además contribuir al mantenimiento de la tranquilidad pública; o sea, la máxima autoridad de la entidad que debe velar por la prevención delictual y que debe prevenir que no se cometan actos en contra el Estado”.

Los otros delitos, cometidos en contra de la población, los demás desfalcos, la manipulación de evidencia y los montajes, como recientemente en el caso del asesinato de la detective Valeria Vivanco deberán esperar a que se haya disuelto ese nido de corrupción y delincuencia, y profesionales honrados, comprometidos con la verdad y con el pueblo, los investiguen y los lleven a juicio.