«¡Que el asesino pague!»

Luchador. Buen hijo. Amigo de sus amigos. Deportista. Hermano preocupado. Padre joven pero jugado por su familia. Deportista y soñador. Así describe Jacqueline a su hijo “el chino”. Joven soldador que a temprana edad conoció la desigualdad. Sufrió con un sistema de salud indigno para su hijo. Supo de la explotación en Santiago y como muchos de nosotros, se las rebuscó por darle lo mejor a su familia. Tarea que se vio truncada el 21 de octubre de 2019, cuando fue asesinado en la calle solo por exigir dignidad para él. Para su familia. Para su pueblo.

“José Miguel siempre fue un luchador. Luchaba por sus  metas hasta que lo lograba. Como padre  entregó el 100% a su familia y a su hijo Baltazar. Salía con él. Jugaba con él. Anhelaba lo mejor para él.  Su hijo, era su tesoro. José Miguel siempre supo que en la vida hay que luchar para salir adelante y eso hasta el último de sus días lo hizo.” “El sueño de José Miguel era volver a su tierra natal, donde nació que es Puerto Aysén.  No alcanzó a realizarlo. El soñaba con presentar a su nieto a su tátara abuela. Ese año lo iba a hacer y no alcanzó a hacerlo.” Nos relata, con tristeza, su madre.

Asesinaron a José Miguel

La rebeldía se sentía en el aire y todos, a pesar del cansancio y la incertidumbre, albergábamos la alegría de ver que se gestaba un nuevo Chile.  Por justicia, por salud, por vivienda, por educación, por dignidad. Las demandas populares volcaron al pueblo a las calles.  Para José Miguel fue lo mismo.  El joven soldador también salió la tarde del 21 de octubre de 2019. Él Sabía que era necesario un cambio. Por eso marchó. Por eso estuvo en la ruta. Por eso fue asesinado.

“Día 21 de octubre, salió mi niño a luchar, a manifestarse. Salió igual que todos a mostrar su descontento. Descontento que tenía el pueblo. Descontento que teníamos como familia. Él quería al igual que todos un cambio. El salió por un cambio para su familia. Para él.  Para todos. Ese día salió a luchar junto a otros que al igual que él anhelaban un futuro mejor para los suyos.” El es clamor de una madre por justicia.-

Esa misma noche Fuenzalida Calvo, el asesino, disparó su arma  contra un grupo de personas que se encontraban manifestándose, hiriendo a tres personas de gravedad.  No conforme con el primer ataque, continúo su cacería y se encontró con otro grupo de manifestantes a quienes también disparó. José Miguel Uribe Antipani, es asesinado esa noche por el “alguacil de carabineros”.

“El nunca salió con armas. Él no quería hacer daño o a agredir a las personas. Todo lo contrario él tan solo quería un cambio para que tuviéramos un futuro mejor. Que su bebé tuviera un futuro mejor. Ese día fue triste,  doloroso y hasta el día de hoy se nos hace muy difícil. Lo extrañamos mucho, lo echamos mucho de menos. No hay día en que no nos acordemos de él. Escucho sus audios. Escucho las conversaciones que teníamos. Su risa. Extraño mucho su risa”, afirma Jacqueline recordando a José Miguel.

Queremos ser escuchados, queremos justicia

“El único camino que nos queda es seguir pidiendo justicia y que seamos escuchados. Que nos aseguren que se hará justicia. Que los pobres tengamos la misma ayuda y apoyo que los que tienen plata. La justicia tiene que ser igual para todos. Todos deberíamos ser tratados de la misma forma. Todos merecemos tener justicia por nuestros seres queridos, no solo los ricos. Queremos que fiscalía haga su trabajo. Que esta persona que asesinó a mi hijo pague. Que no tenga beneficios por que no los merece. Porque el arruinó un futuro de un niño, él me quitó a mi hijo, a mi primer hijo. Nada de lo que él haga o diga va a calmar nuestra pena y nuestro dolor. La justicia debería ser implacable con esta gente. Sobre todo estas personas que son un peligro para la sociedad. No debería estar nunca más libres y menos tener beneficios”, finaliza para nuestro medio Jacqueline Antipani. Una madre chilena que exige dignidad. Una madre que exige se haga justicia. Una madre que a través de nuestras páginas cuenta su relato para que el asesino de su hijo sea conocido por todos. Para que el asesino de su hijo pague.