Distrayendo al pueblo

Desde siempre la burguesía ha usado a sectores de la derecha para exacerbar ideas nacionalistas, quienes a su vez utilizan sectores que están influenciados por discursos y planteamientos que obedecen a la defensa de intereses particulares. Esto sucede en todos los lugares de nuestro continente americano donde tratan de imponer sus criterios que tienen marcadas tintes racistas, sectarios y clasistas.

Lo hemos visto en Bolivia, donde sectores marcadamente de derecha, pero escondidos en un “nacionalismo” rechazaban a los indígenas, tratando de mancillarlos y formando un ideario de “blancos e indios”, donde sumaban a su haber a la iglesia católica, a las fuerzas armadas y a grupos que se sienten ajenos a su pasado. Incluso el rechazo no solo se debía a lo indígena, sino sumaba al clasismo. Fue así como hicieron un golpe de Estado, apoyado por la OEA y que se saldó con matanzas y represión, y que al final estos grupos fueron vencidos por las movilizaciones populares en su contra.

Este mismo hecho se repite en Perú, otra vez la derecha se une a sectores de la iglesia, de las fuerzas armadas y trató de utilizar a la migración como elemento para unificar sus huestes, y luego, en las votaciones fomentó la división clasista, racial y sectarios, incluso tratando de estigmatizar a las clases populares como pobres e ignorantes, en cambio, ellos se perpetúan como los que tienen la verdad histórica. También en Perú, pese a la división que hacen, no lograron impedir la llegada de un candidato de izquierda como presidente.

En Venezuela, la clase media alta unida a sectores que ansían ser como ellos, atentaron contra el régimen de Chávez, haciéndole un golpe de Estado sin éxito y luego contra Maduro, ayudados por la iglesia, Estados Unidos, Europa y algunos gobernantes latinoamericanos que sirven a los intereses yanquis. Allí también trataban de imponer el clasismo, el racismo y el sectarismo.

Estos hechos son repetitivos en toda nuestra América, en Brasil, Argentina, Paraguay, Panamá, Ecuador, Colombia, etc. Se repiten algunas características, se arrogan ser representantes de la patria y de sus símbolos, cuando los vulneran todos los días, reprimiendo a su pueblo, aliándose con extranjeros, incitando al odio entre ciudadanos, privilegiando el dinero por sobre las personas, rechazan sus orígenes indígenas y buscan tener raíces europeas, quizás lo más relevante es la acefalía de sus dirigentes, o mejor dicho la incapacidad intelectual que detentan.

Esto que sucede recurrentemente en el continente, también es parte de lo que pasa en Chile, pues no escapa de grupos de minoritarios que funcionan con pensamientos básicos, como lo hace el fascismo, donde parten de la noción de un enemigo o un “chivo expiatorio” que les sirve para demostrar que su planteamiento es correcto. El enemigo se va desplazando de acuerdo a la conveniencia, unas veces son los migrantes, otras los comunistas, los pobres, los jóvenes, los trabajadores. A cada momento, le adicionan otros apelativos, delincuentes, narcos, terroristas, ignorantes, etc. Tratan de confundir a las personas y obtener una aprobación o por lo menos provocar una indecisión en la mente de los que observan sus acciones.

La postura frente a estos grupos que utilizan el nacionalismo como herramienta, es contrarrestarlos en lo que ellos pretenden que son sus estandartes. No tienen la primacía de los símbolos de los países, no hacen trabajo territorial, no fomentan la unidad del pueblo, y es allí, donde nosotros los vencemos. La clase burguesa trata de insuflar vida a estos grupos, para demostrar que no hay unidad y que deben seguir dirigiendo el país, para no caer en estas posiciones radicales, que les sirven. Para ello se apoyan en los políticos que rechazan esto, pero que diseminan el miedo para sumar adhesiones a determinadas políticas que pretenden imponer.

Como pueblo sabemos ciertamente quiénes son estas personas y qué pretenden. Somos más fuertes, no debemos desviarnos por distracciones, nuestra tarea para cambiarlo todo nos impone que debemos incrementar la lucha por el poder. Estos pequeños sucesos indican el pueblo debe pasar a la ofensiva, debe imponer su criterio, debe privilegiar la lucha de los trabajadores y debe prepararse para tomar el poder.