El pueblo te honrará

Patricio Manns ha muerto a la edad de 84 años. Ha muerto el cantor, el poeta, el escritor, el militante, el hombre. Ha muerto el intelectual auténtico. Ha llegado la hora de las despedidas.

¿LLoraremos? Es una pregunta legítima. Has partido y tu partida es definitiva. Si había deudas, ya no queda tiempo para saldarlas. No en vida, al menos. Ya no habrá premios merecidos, mas que los póstumos. Ya no habrá homenajes, mas que en tu ausencia. Ya no habrá ese momento imaginado en que junto a tu pueblo celebres la victoria definitiva, la única valedera, la de los oprimidos, como sabías hacer, cantando. Hoy nos has dejado para siempre.

A los desheredados, nos queda tu legado. Invaluable, imperecedero. Nos queda tu música, tus canciones, tus novelas, tu arte. Las cientos de historias que desde ya, los que te conocieron se encargarán de difundir, de transmitir, para que de boca en boca, ninguna de ellas se extinga. Pero también nos queda tu convicción, tu valentía, tu impaciencia, tu opción inclaudicable. El verso que se grabó en la conciencia de miles de los nuestros: «Nunca el hombre está vencido, la derrota es siempre breve, un estímulo que mueve la vocación de su guerra«.

Estábamos alertas, pues tu estado de salud era delicado, y lo dijimos, Patricio Manns, está hospitalizado y su estado es reservado. Hoy has dejado este mundo, a poco más de un año desde que lo hiciera tu compañera de ruta, tu amante del Camino de Tavernay, Alejandra Lastra.

Con toda seguridad será una despedida multitudinaria. Miles de hombres y mujeres se conciertan ya para acompañarte desde mañana muy temprano, en la capital, en el Teatro Nacional, en calle Morandé 25.

Y sí, tu pueblo llorará. Es inevitable. Es sincero homenaje. Pero también juntará rabia, determinación, claridad, preparará sus armaduras, acerará sus espadas, sus desvelos y cuando llegué la hora, tomará por asalto su lugar en la historia. Ese día, Patricio, ha de llegar, y tu canto, que lo precedió, preconfiguró, y detalló en todo su lirismo, nos acompañará.

Hemos quedado en deuda, compañero. Pero los libertadores de este siglo, multiplicados sus pechos, armadas sus manos, al fondo del pueblo, sabrán honrar tu memoria.