Jubilaciones: «está mal pelado el chancho»

Para 1981, la dictadura militar impuso a la ciudadanía un sistema de cotización mediante las Administradoras de Fondos de Pensiones. Pero, las fuerzas armadas y policías, no entraban en este nuevo método, sino que mantenían el sistema de seguridad social.

El año 2019 el Estado pagó 2.399 millones de dólares en jubilaciones y varios, para Capredena y Dipreca, con cerca de 174.650 pensionados. En comparación, con los 2.080 millones de dólares que el Estado gastó para el Pilar Solidario, que apoya a quienes no pudieron cotizar durante su vida laboral, que beneficia a 1.600.600 personas. Se puede ver la desmesura en cantidad de personas y beneficios. Con los dineros del Estado, de todos nosotros, se les paga una jubilación extraordinaria a funcionarios estatales que no aportan mucho al bienestar nacional, que usufructúan de instalaciones, tienen buses institucionales gratuitos, alimento gratis e incluso hacen “trabajos” aledaños como taxistas, vendedores y demás, en horas de trabajo y fuera de ellas. Si tienen privilegios no es porque sean más patriotas, ni más trabajadores, ni siquiera más profesionales, como quedó en evidencia cuando salieron a las calles a reprimir, pues se comportaban como engendros tanto entre ellos, como con las personas.

Junto con lo anterior, que ya es vergonzoso, se jubilan tempranamente, en promedio a los 47 años. Lo que resulta abusivo, si vemos que un trabajador se jubila a los 65 años y en promedio trabaja cuatro años más, es decir, se jubila a los 69 años. Por esa razón, se ve a estos individuos haciendo trabajos, porque se aburren de no hacer nada, y eso que el Estado les paga su jubilación.

Quizás, para no dejarlo pasar, los trabajadores tienen que costearse casi toda su jubilación con el ahorro que realiza durante su vida laboral. En cambio, estos individuos se financian a sí mismos solo el 5%, el resto es financiado por el Estado.

En 1980, Pinochet buscando el acomodo en las jubilaciones para él y sus esbirros.

Algunos defensores de estos individuos, de los militares y asociados, plantean que los privilegios que tienen se deben a que hacen un juramento, que no les pagan horas extras y están disponibles, no tienen trabajos complementarios y que son destinados a diversos lugares. Cada uno de estos puntos son rebatibles, pues no basta con hacer un juramento para defender el país, pues no lo hacen, sino como quedó en evidencia con el levantamiento popular, cuando se los increpaba, repetían como loros “que el presidente…bla, bla, bla”. A los milicos y demases, durante las horas que estuvieron en el toque de queda, les pagaron bonos. De los trabajos complementarios, podríamos dar miles de ejemplos en que estos individuos vulneran sus normas y hacen trabajos, incluso en horas laborales. Y sobre que los envían a diversos lugares en el país, no dicen nada, pues le pagan zona, es decir, crecen sus sueldos al ir al norte o sur del país.

Aquí solo hemos hablado de jubilaciones, pero en la vida real los sueldos de estos individuos que no tienen profesión, superan a los de quienes han estudiado una carrera técnica o profesional. El Estado o mejor dicho los políticos del régimen en general, privilegian a quienes les sirven como protección de sus intereses, y estos se dejan usar por un sueldo apropiado. Como diría un amigo “está mal pelado el Chancho”.