El derecho a llamarse Emilio

El circo de la clase política continúa. En estos días “enfrentará” la justicia Raúl Escobar Poblete. Lo traen desde México en una extradición express, pues lo deben devolver al país norteño apenas acabe el show.

Raúl Julio Escobar Poblete, el “Comandante Emilio”, integró el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Su identidad se hizo conocida por el ajusticiamiento del senador Jaime Guzmán, un político derechista que fue parte de la dictadura militar, que la apoyó y fue uno de los artífices de la Constitución de 1980. Desde su pasado en Patria y Libertad hasta llegar a la UDI, este individuo representaba a los cómplices civiles de la dictadura y con la arrogancia y la desfachatez que le daba ser parte de la burguesía aborrecía al pueblo. El ajusticiamiento de Jaime Guzmán en 1991, fue realizado porque no había justicia ni verdad de los crímenes que la dictadura militar había realizado, al contrario, se negociaba la impunidad de los casos de derechos humanos. La muerte de este político, fue un llamado de atención, para que cualquiera de los hechores materiales o intelectuales supieran que no tenía lugar donde esconderse. La Concertación en vez de buscar justicia, seguiría negociando con más ímpetu con la derecha, encontraría el método para “hacer justicia en la manera de lo posible”, y trataría de destruir a los grupos subversivos.

Quizás no podamos decir nada más de “Emilio”, es uno de los hombres y mujeres comunes y corrientes que formaron parte de la resistencia chilena contra la dictadura. Su nombre sale a la luz, porque sus acciones significaron un daño directo a la burguesía, a los yanquis y a la clase política nacional. Fue parte del secuestro a Cristián Edwards, hijo del dueño del Mercurio, que sería un golpe directo a la burguesía chilena. Integró las escuadras que aniquilaban a los asesinos y torturadores, haciendo justicia. Y quizás, el hecho más conocido por el pueblo es la fuga que protagonizaron cuatro miembros del FPMR, desde la cárcel de alta seguridad, quienes fueron liberados con un helicóptero donde colgaba una canasta que los llevó a la libertad. Si hubiesen sido tan malos como pregona la clase política hubieran matado a todos los gendarmes que custodiaban ese día el penal y que estuvieron en la mira.

Su paso por otros países, deberá ser contada por otros.

En Chile, Emilio fue uno más de los miles de jóvenes que en los años más aciagos de la dictadura militar no escatimaron en poner su pecho frente al enemigo para defender a su pueblo. Incluso, sabiendo que podían morir, se arriesgó a hacer justicia, sabiendo que podían darle largas penas de cárcel, aún así cumplió con la misión que le encomendaron. Esto no es idealismo, es materialismo, esa forma de tomar en sus manos la historia, lo que tanto detestaba Jaime Guzmán.

Cumplió con la misión que el pueblo le dio, y el pueblo lo llamó Emilio. Le puso un nombre para que lo reconozca el pueblo, para que sepa que es uno de ellos. Raúl Poblete le llama el enemigo, él ganó su derecho a llamarse Emilio.