Un ejército inútil

Hay quienes no quieren discutir la disolución total de las fuerzas armadas y policías. Prima en ellos la incredulidad. Piensan que sólo cabe reformarlas. La gente común y corriente, por el contrario sabe que se puede acabar con ellas y construir algo nuevo. Finalmente es el pueblo el encargado de crearlas.

En la historia de nuestro país, en los tiempos de la colonia, el ejército español mandaba en Chile. Los independentistas tuvieron que crear un ejército de la nada, compuesta fundamentalmente por los mestizos o rotos chilenos. La pregunta sería ¿por qué no lo componían los españoles y criollos que vivían en el país? Porque no se podía confiar en la lealtad hacia la causa, pues para uno y otro bando les era casi igual. Mientras que para los mestizos, era la oportunidad de intervenir en la creación de una patria donde ellos aportaron su grano para hacerla real. Donde sus hijos ya no serían parias en el nuevo país.

Hoy día su fin no es dirigir tropas para la guerra, sino tener un grado académico, ganar dinero, tener relaciones sociales, acabar como políticos, hacer deportes, viajar y trabajar como militar. Y eso sucede porque su rol es el de proteger al pueblo en contra de enemigos externos que quieran invadir el territorio, pero como eso no sucede, creen que deben hacer algo para no verse como los inútiles que en definitiva son, pues su tarea es entrenarse para la guerra y nada más. Los políticos, generalmente, tratan de hacerlos útiles para ellos y lo involucran en sus entuertos, de manera que desvirtúan la tarea militar, y estos militares no comprenden que su rol fundamental es «lo militar», si se alejan de ello, ya no son militares, se transforman en asesinos, golpistas, estafadores, empresarios, ministros y represores. De la misma manera, no puede haber un dentista militar, un contador militar, un músico militar, un acróbata militar, un deportista militar, un científico militar, un policía militar, un administrador militar o cualquiera que se distraiga de lo que es su fin. El Estado, también los ve como inútiles y los trata de ayudar haciéndoles hospitales, hoteles, clubes, fábricas y otras instalaciones que no deberían tener, porque los distrae de su fin.

En un ejército verdadero, lo que se necesita es la creación de un mando militar y el contingente mínimo para afrontar algún suceso de carácter bélico, pues si ocurriera un conflicto serían la base para construir el ejército verdadero nutrido por todo el pueblo.

Hoy día, el Estado tiene una cantidad de militares que sobrepasa lo que se necesita, y transforma una obligación en un trabajo. E increíblemente se jubilan de militares, cuando deberían hacerlo como una obligación ciudadana y por un par de años y nada más. Ser militar no es un trabajo, no es una opción, es una obligación con el pueblo. Se dilapidan millones en pagar jubilaciones, sueldos, exámenes médicos, viajes, en vehículos, en comida, en desfiles, en vestimentas, en terrenos. Y esto se repite en todas las ramas de las fuerzas armadas y policías. Cualquier cosa que hiciera un militar, es un civil cumpliendo con un deber, es decir, tendría la misma justicia, salud, educación que un civil. No son especiales.

Países como el nuestro, que no deberían ser armamentistas, deberían tener unas fuerzas armadas pequeñas, profesionales y en permanente adiestramiento, que tendrían como soporte a un pueblo preparado y adiestrado para combatir en caso de necesidad.