Fue el 9 de septiembre de 2020, en plena pandemia con la gente recluida en sus casas cuando sucedió lo de Javier Ordoñez. El hombre fue asesinado en un cuartel policíal. Esa noche y la siguiente, Bogotá ardió en llamas. Hoy, salieron a recordar que no han olvidado.
El saldo de la noche del miércoles y jueves de este 8 y 9 de septiembre es de 50 civiles heridos y 3 policías. En vísperas de cumplirse un año del asesinato de Javier Ordoñez en un cuartel policial -CAI Comando de Atención Inmediata- en Bogotá, nuevamente en la capital colombiana salieron con ganas de quemarlo todo. Tal como sucedió en 2020, cuando Bogotá, literalmente ardió en una jornada de violencia nunca antes vista en la capital, dicen los expertos.
Anoche hubo disturbios en distintos puntos de Bogotá. La jornada se saldó con barricadas, intentos de quemar los CAI en diversos barrios, cortes de ruta y enfrentamientos con la policía, además de la quema de una moto policial. Las situaciones más críticas se dieron en el sector de Suba y Kennedy.
Tuvo que llegar la Esmad, por los ribetes que comenzaba a adquirir la jornada nocturna de manifestaciones. Paramédicos que atendieron a los manifestantes denunciaron entre el saldo de heridos, víctimas de lesiones oculares.
El gobierno y la policía tenían razones de sobra para temer. Las jornadas de ira de 2020, días después de que Ordoñez fuera asesinado, no se habían visto nunca. Ordoñez estaba medio ebrio cuando se topó con dos policías en la calle. Comenzaron una discusión. Lo tiraron al suelo y le aplicaron cerca de 10 descargas con sus pistolas táser, o sea, electrochoques. Todo esto lo grabó un testigo. 5 minutos de abuso policial brutal.
Desde ahí, a Ordoñez se lo llevaron a un CAI. Desde el CAI fue trasladado a una clínica, donde llegó muerto. Ordoñez estaba a punto de recibirse de abogado. Tenía 44 años, y dos hijos. En la tarde de ese 9 de septiembre, se realizaron plantones para protestar por el asesinato, estos fueron acompañadas por la policía. Sería eso y la larga lista de abusos policiales y los del encierro que hicieron que la mecha del pueblo se prendiera dando lugar a lo que hoy recordaron en Bogotá: el 9S.
Hace un año, luego de saberse del asesinato, con una sincronía casi matemática ardieron en llamas los CAI de numerosos barrios de la ciudad. Los disturbios se transformaron en guerra campal.
“Así, esa noche del 9 de septiembre que se pensaba como una jornada de conmemoración se convirtió en un hito en la historia de Bogotá, pues se desató un “mini-Bogotazo” en medio de una pandemia” narran los hechos en Colombia.
El saldo de la jornada fue de cinco personas muertas, 50 civiles heridos y 30 policías. 53 instalaciones policiales vandalizadas y 77 vehículos atacados, muchos de ellos, del transporte público.
Pero la noche del 10 -el 10S- fue peor. Dejó un saldo de 13 personas asesinadas, 10 en Bogotá, 72 CAI incendiados y 581 heridos, 75 con armas de fuego. Y la furia se extendió a otros puntos del país.
No son los alienígenas. El pueblo es una mecha. Aquí, allá y acullá.
Hasta el cansancio, la policía bastarda está avisada y el régimen, entre ceja y ceja.