Los perversos andan libres

Es interesante como los que han cometido delitos se declaran inocentes “de polvo y paja”. Incluso exhortan de manera ofensiva que los están inculpando de algo que fue juzgado y no recibieron condena. Esto sucede porque no hay justicia en el país.

Si tuviéramos que hacer un listado de corrupción en el país, tendríamos que remontarnos a muchas décadas atrás, cuando el robo era descarado, pero entre cuatro paredes, y luego se utilizaban las herramientas del Estado para concluir el acto. Pero vayamos más adelante: en Chile un grupo pequeño de oligarcas, que representan a la burguesía local, dominaba todo, y cualquier afectación de sus intereses lo veía como peligro para la democracia y los intereses del país, como lo que sucedió con el golpe de Estado contra Salvador Allende. Estos grupos no trepidan de aliarse a otros países para defender sus intereses, cometiendo traición a la patria. Pero ellos no lo ven así, porque ”ellos dicen que son la patria”. Durante la dictadura militar, las fuerzas armadas dirigían el país; y otra vez se gestó la corrupción, ahora implicando a éstos. Los mandos militares, hasta hoy, gozan de sueldos envidiables, y muchos se ubicaron a cargo de empresas del Estado y las robaron. No sólo fue un robo de los militares, sino que civiles proclives al régimen se enriquecían con las empresas del Estado y siguieron robando hasta hartarse. Nadie persiguió esos delitos. Robaron hasta cansarse. Por suerte que eran “patriotas”.

Después de la dictadura, se han sucedido diferentes gobiernos que no han desafinado con los actores de la dictadura, pues han cometido delitos de la misma monta o peores. Lo único que los diferencia es que ahora son evidentes los robos, pues la tecnología y el mismo hastío de las personas, los deja en evidencia. Podemos nombrar a algunos de los distinguidos delincuentes que pueblan la fronda política chilena: Raúl Torreblanca, Iván Moreira, Jaime Orpis, Laurence Golborne, Gabriel Ruiz-Tagle, Santiago Valdés, Pablo Wagner, Carlos Délano, Carlos Lavín, Pablo Zalaquett, Sebastián Piñera, Julio Ponce Lerou, Ena von Baer, Andrés Velasco, Marco Enríquez-Ominami, Sebastián Dávalos, Carlos Cruz, Héctor Peña, Víctor Manuel Rebolledo, Marta Isasi, Patricio Tombolini, Cristián Pareto, Jaime Jiménez, y muchísimos más. Además, en este listado nimio se encuentran instituciones metidas en la corrupción. Otra vez sólo algunas: Carabineros, Ejército, PDI, Fach, Alcaldías, Senado, Diputados, AFP, Isapres, Comisión Nacional de Acreditación, universidades privadas, La Polar, Farmacias, Corfo, etc.

Si hubiera que hacer un listado decente, habría que hacer un libro sólo con los nombres de los delincuentes. Van desde los estafadores de poca monta hasta los más avezados que roban millones de dólares y les dan de castigo clases de ética. No se salva nadie: curas, empresarios, políticos, intelectuales, militares, constituyentes, congresistas, presidentes, y particulares. El listado parecerá gigantesco, pero para nuestra salvación, pese a ser miles, corresponden a un sector de la sociedad pequeño y limitado, que usufructúa del fisco, pues maneja los recursos del país y parasita de los trabajadores. Nuestro país ya no puede mantener a este grupo de delincuentes que manejan el dinero del Estado como si fuera de ellos. Ya no podemos dejar que se sigan enriqueciendo a costa de nuestro trabajo. Ya sonó la hora del pueblo, y debemos estar claros que todos deben pagar por sus delitos y acciones que han cometido, y ya no habrá impunidad. Reafirmamos, la tarea de hacer justicia y castigar a los que usurpan las riquezas de los chilenos. Y ya no van a andar libres los perversos.