En los últimos días los candidatos a la presidencia, todos ellos de la clase que ha gobernado Chile en las últimas décadas, se han lanzado a pelear por quién es el más trabajador, el más esforzado. Con este show quieren que la gente vea las “diferencias” abismantes entre ellos.
Los candidatos más confiables para la burguesía tienen más coincidencias que diferencias, que ellos esperan las personas no noten. En ambos casos, han vencido a políticos “más capaces”, pues a sus respectivos sectores les conviene tener unos políticos “más manejables”. Los dos tienen un pasado que “es apreciable”, por familia o por inclinación, derivan de la democracia cristiana, eso califica para que la burguesía los quiera e incluso vote por uno de ellos, si el otro no pasa a la segunda ronda. Lamentablemente, para ambos, los dos han usado al gobierno como herramienta para no trabajar y lograr ganar dinero, de manera de escalar en la política, ya que de otra manera no lo podrían hacer. Ambos están de acuerdo en que siga el sistema político actual, que sigan los actuales partidos, que siga el mismo régimen de explotación contra la clase trabajadora, como sea.
Ambos, en la realidad no le han trabajado un día a nadie. Y hoy día, disfrutan de mantenerse en la actividad política, a costa de los que trabajan incansablemente y no pueden darse ese lujo, del descanso.
Ellos repiten el mismo cuento de la burguesía, que para dirigir un país debe de venir de la clase alta o media alta de la sociedad, debe de haber estudiado en una universidad como la Chile o la Católica, deben ser de una carrera universitaria específica, debe ser apoyado por un partido de su clase, debe apoyar el sistema capitalista.
Como contrapunto, ninguna de las características que observamos en estos candidatos representan lo que quiere el pueblo: personas sensatas, inteligentes, humildes, laboriosas, que hayan pasado por problemas como los que a diario viven los hombres y mujeres que trabajan y los hayan superado, que sean representantes políticos populares.
Como sea, ninguno de los candidatos da la medida para lo que se quiere, ni siquiera estos que se plantean como los “más cercanos” a ser elegidos. Pueden seguir yendo a los medios de comunicación contando lo que harán o peleándose entre ellos por “una cosa más o una cosa menos”, nosotros no podemos perder de vista que con personas como éstas y con los que están detrás de ellos, los partidos políticos del régimen, no puede haber un cambio en el país.
Hoy, farandulizan, aún más, la discusión política, discuten sobre cosas irrelevantes, desvirtúan la mirada de lo que se debiera hablar y concretar medidas: sobre la nacionalización de los recursos naturales, sobre la educación de calidad para todos, sobre la salud, sobre las jubilaciones, y podemos seguir enumerando las demandas necesarias de nuestro pueblo. Pero, sobre qué discuten es si terminó o no la carrera, si han trabajado un día a alguien, quién es más de centro, etc.
En definitiva, como decía un amigo ¡estamos cagados!, si seguimos la cantinela de estos políticos, que se sujetan como sanguijuelas al poder. Debemos comprender que no tenemos candidatos, estamos solos. El camino que queda por delante lo debemos recorrer con nuestro pueblo, solos. Los políticos del régimen no pueden hacer lo que nosotros debemos hacer por nosotros mismos, usando nuestras capacidades, cambiar este sistema podrido.