El largo camino a Chile

Otro de los grandes luchadores de la libertad de Chile fue José Miguel Carrera, figura indiscutible de la independencia. A doscientos diez años de su muerte, nos sigue indicando el camino de la patria y su libertad.

José Miguel Carrera Verdugo nació en 1785, en Santiago. Su familia, de ascendencia hispana, pertenecía a la aristocracia del país. Sus hermanos eran Juan José, Luis y Javiera, todos luchadores. En 1807, viajó a España para incorporarse a la milicia. Alcanzaría el grado de sargento mayor del regimiento de Húsares de Galicia. Hacia 1811, retorna a Chile. Tenía 25 años. Formaba parte de la “Logia Lautaro”.

En el país se había instalado la Primera Junta de Gobierno y se habían dados pasos un poco inseguros para independizarse de España. Se debía redoblar el paso. Junto a amigos y familiares organiza, el 4 de septiembre de 1811, un golpe de Estado. Con ello controla el ejército en ciernes y el Congreso. Pero se verá obligado a reforzar su poder. En un segundo pronunciamiento incorporará a Bernardo O’Higgins y a José Gaspar Marín, quienes dirigirán la nación. Disolverá el Congreso, porque son “en su mayor parte ignorantes, asesinos”, dirigidos por perversos. Con esto, se rompe el triunvirato.

Aun cuando muchas de sus acciones devinieron en la independencia, nunca la declaró. Durante su mandato promulgó la Constitución de 1812, crea la escarapela, la bandera y el primer escudo chileno, se publicó “La Aurora de Chile”, se creó el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional. Para 1813, desembarcan tropas provenientes del Virreinato del Perú y comienza la lucha entre realistas y patriotas.

Se pone al mando de las tropas, luego le sucederá O’Higgins. En 1814, depone al Director Supremo, Francisco de la Lastra, pues había firmado el Tratado de Lircay con los realistas, donde se rehacían los poderes de la corona y se reestablecía el estandarte español como enseña del país. Vendría, posteriormente el desastre de Rancagua y el exilio de los independentistas a Mendoza.

En el periodo posterior a 1814, José Miguel Carrera desarrolla su política en Buenos Aires, apoyando a Carlos María Alvear, que sería Director Supremo de las Provincias Unidas.

Luego, en 1815, viajaría a Estados Unidos para conversar con el presidente James Madison, tratando de convencerlo de apoyar la causa de América del Sur, lo que no consiguió, pero pudo reunir cinco barcos para llevar a Chile. En 1817, regresa con su pequeña escuadra, pero es obstaculizado por las autoridades en Buenos Aires. Las tropas del Ejército de los Andes luchaban en Chacabuco, y Carrera no quiso poner a disposición de San Martín a sus naves. Fue encarcelado y sus barcos, requisados.

Huye a Uruguay. Siempre tiene en vista la independencia de Chile y todo lo que hace, aunque parezca lejano, lo hace basado en ese objetivo. Desde lejos, ataca a San Martín y O’Higgins.

El problema de José Miguel Carrera es que soñaba con la independencia de Chile y de “otros países como nosotros”, pero no de América como un todo.

Se basó en el apoyo de sus amigos aristocráticos y de parientes para acceder al poder en nuestro país. En 1817, sus hermanos tramaron un golpe de Estado contra San Martín y O’Higgins, que no resultó, pero Luis y Juan José Carrera fueron detenidos en Mendoza. Incluso uno que abjuró de ello, Manuel Rodríguez, también conocía la conjura.

Se dedicó a hacer política interna en las Provincias Unidas, junto con Alvear, para conseguir un ejército para restaurar su poder en Chile. Fue derrotado militarmente, se rehízo y levantó a los indígenas ranqueles contra las autoridades, luego trata de continuar con sus hombres a Chile, es derrotado. Fue tomado prisionero y el 4 de septiembre de 1821 es fusilado.

Es destacable, al igual que otros patriotas chilenos, el motor que hacía andar su vida: la independencia definitiva y absoluta de Chile de cualquier país extranjero. Quizás sólo se le concede el mérito de ser uno de los Padres de la Patria, pero no de los Libertadores de América, porque su visión estaba centrada en la liberación sólo de Chile y no del continente.

Aun cuando también pertenecía a la “Logia Lautaro”, a veces se coludía con personas contrarias a ella. Dos centenas de años después, quizás con la claridad de la historia, sin la vehemencia y la impulsividad de José Miguel Carrera nuestro país, no hubiese recorrido tan rápido el camino hacia su independencia, al igual que Argentina, Perú, Uruguay y de todo el continente. Aunque en su mente tenía a Chile, no dudó intervenir en otros países para facilitar su periplo que debía concluir en Chile liberado. Así fue al final, sin él.

Las futuras generaciones de chilenos que luchan por un país más justo y digno, deben recordar a Carrera en los versos de Neruda: “Dijiste Libertad antes que nadie, cuando el susurro iba de piedra en piedra, escondido en los patios, humillado”.