I Declaración de La Habana

Un 2 de septiembre de 1960 más de un millón de cubanos, reunidos en Asamblea General Nacional efectuada en la Plaza de la Revolución, José Martí, aprobaron la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro. «El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; elderecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica yhospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a laenseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la‘dignidad plena del hombre’; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política;el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas ycientíficos a luchar, con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a lanacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursosnacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo;el derecho de las naciones a su plena soberanía; el derecho de los pueblos a convertirsus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos, a susestudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, atodos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por sí mismos, sus derechos y susdestinos.»

Un 2 de septiembre de 1960 más de un millón de cubanos, reunidos en Asamblea General Nacional efectuada en la Plaza de la Revolución, José Martí, aprobaron la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro.

«El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el
derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y
hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la
enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la
‘dignidad plena del hombre’; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política;
el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y
científicos a luchar, con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la
nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos
nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo;
el derecho de las naciones a su plena soberanía; el derecho de los pueblos a convertir
sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos, a sus
estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a
todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por sí mismos, sus derechos y sus
destinos.»