El adiós del partisano

Ha partido Mikis Theodorakis. Compositor, poeta, comunista, partisano antifascista, militante clandestino. Luchador de las causas justas. A partir de hoy es inmortal.

Ha fallecido a la edad de 96 años Mijalis «Mikis» Theodorakis. Nadie puede eludir hablar de su muerte. Como nadie puede eludir hablar de los grandes. De los luchadores. De los héroes de su pueblo. De aquellos que conservan a pesar de las circunstancias más terribles o de las más tentadoras, honestidad y apego a las convicciones. En suma, de aquellos que conservan su humanidad.

En tiempos de crisis se mide la estatura moral de los hombres y mujeres, y Mikis se midió con la historia muchas veces. Comunista,  partisano antifascista durante la ocupación nazi y militante clandestino en la dictadura de los coroneles, sufrió cárcel, torturas y exilio.  Lo enterraron vivo dos veces, pero no se puede enterrar a un volcán. Y Mikis Theodorakis era eso, un volcán.

Se le considera el gran compositor griego del siglo XX. Él mismo expresó alguna vez : «El artista que vive y crea en la lucha, asegura un lugar especial para su obra«. Y no se equivocaba. Su música es ya herencia de la humanidad. La canción que escribió para la película Zorba el griego, del director Michael Cacoyannis  que inmortalizaran bailando Anthony Quinn y Alan Bates, en una alegoría infinita a la amistad, la libertad y el sentido de la vida.

En 1980, bajo el sello discográfico alemán AMIGA, Mikis Theodorakis nos regala la música para el Canto General de Pablo Neruda, grabado el mismo año durante la X Versión del Festival de la canción política, organizado por la Juventud Libre Alemana en el este de Berlín (RDA). ​

Aunque su obra musical más famosa es Zorba el griego, para los entendidos la verdadera pièce de résistance de su obra artística es la «Trilogía de Mauthausen», también conocida como «La balada de Mauthausen», y la «Cantata de Mauthausen», un ciclo de cuatro arias con letras basadas en poemas escritos por el poeta griego Iakovos Kambanellis, un sobreviviente del campo de concentración de Mauthausen. Ha sido descrita como «la obra musical más hermosa jamás escrita sobre el Holocausto», y como «una melodía exquisita, inquietante y apasionada que mueve las conmovedoras palabras de Kambanellis a un nivel aún más alto».

Tras su muerte se ha hecho pública una carta personal que el compositor envió a Dimitris Kutsubas, secretario general del KKE, en octubre de 2020.“ Ahora, al final de mi vida, en el momento de ajustar cuentas, los detalles desaparecen de mi mente y solo permanecen las Grandes Cosas. Veo que pasé mis años más críticos, fuertes y maduros bajo la bandera del KKE. Por eso, quiero dejar este mundo como comunista”.

Al conocerse la noticia de su muerte, el Parlamento griego decretó un minuto de silencio. Y el gobierno, luto nacional de tres días para honrar su legado político y humano.

¿Serán estos tiempos los encargados de asestarnos golpes que parecen dejarnos en la orfandad? No hay tal destino. Para los pueblos, Mikis es eterno. Y es para ellos que finalmente nacen y crecen hasta alcanzar dimensión de gigantes, los seres humanos como Mikis. Para sus pueblos. Para apadrinar el futuro de la humanidad. Para entregarles el legado que destruye la guerra, la tortura, y la muerte. Su imponente figura dirigirá las orquestas en el imaginario de la futura sociedad. Donde el hombre y la mujer finalmente libres de toda explotación y opresión puedan entonar las canciones que Mikis compuso para el disfrute del espíritu humano.