Rateros de salón

En Vitacura cambió la administración del municipio. Al reinado eterno del RN Raúl Torrealba le sucedió la renovación juvenil que llegó desde Evópoli. Camila Merino, la nueva reina de la comuna, una ingeniera civil industrial penquista y ministra de Piñera en su primer mandato. Parece que llegó como escoba nueva. La casa de Torrealba fue allanada y enfrenta cargos de malversación de caudales públicos.

Como en toda historia, así sea una teleserie mexicana o una novela aristocrática, no es al principio que sabemos quién es el bueno y quién es el malo. Para el caso, la nueva alcaldesa de Vitacura, Camila Merino, fue la que se querelló contra su colega de pacto, Raúl Torrealba. El viejo aristócrata, devenido en ratero de salón, estuvo nada más ni nada menos que 25 años a cargo de la Municipalidad de Vitacura, la más rica de Chile, el hogar feliz del 1% más rico del país, perdón, del 0,1%.

Al parecer Torrealba administró la comuna como si fuera su casa. Sí, desde la muni se hizo de sus luquitas mes a mes. No sabemos cuando comenzó con el vicio y cuántos son los montos extraídos.

En esta ratera tarea participó otro añoso caballero, Domingo Prieto. Prieto era el presidente y representante legal del Consejo Local de Deportes Vita Salud y Vita Deportes. También colaboró en el robo hormiga la sobrina de Prieto, Antonia Larraín Prieto.

Germán Dominguez, director del Museo el Carmen, Ignacia Vargas, gerenta Casas de lo Matta y Domingo Prieto. ¡Qué gente más elegante!

Pasaron así los años en el país de jauja, hasta que este año, Torrealba fue derrotado en las urnas.  La Evopolí Merino llegó con nuevos bríos, decidida, suponemos, a poner orden en palacio. Sabe de números y no le habrán cuadrado las cifras en la Muni.

Estos cabros, se explicarán los carcamales de la derecha que toman palco en esta escena, “vienen con otros ánimos”. Hoy el presidente de Renovación Nacional, Francisco Chahuán, llamó a que sean investigadas “hasta las últimas consecuencias” porque el partido “tiene tres pilares fundamentales: la probidad, la transparencia y la presunción de inocencia”. En realidad, no, los pilares son burguesía, pinochetismo y ganar plata, pero qué otra cosa iba a decir el pobre Chahuán.

La cosa es que Camila Merino se querelló contra el ex alcalde por el delito de malversación de caudales públicos durante su ejercicio como edil entre los años 1996 y 2021. La primera en soltar la pepa fue Antonia Larraín.

Se autodenunció, le llaman en jerga jurídica. Podemos imaginar la tensión moral a la que estuvo sometida. Antonia era de las preferidas del viejo Torrealba, no por nada llevaba trabajando en la muni  16 años (desde los 29) y tres ocupando el cargo de jefa de DIDECO, por el que cobraba la módica suma de $5 millones y tanto. Pero además Antonia era íntima de la hija del viejo Torrealba.

Antonia es hoy por hoy una de las testigos clave de la Fiscalía de Alta Complejidad Metropolitana Oriente en el caso contra Torrealba. El fiscal adjunto, Óscar Ramirez ordenó allanamientos a la Municipalidad y a la casa de Torrealba. Varios funcionarios municipales ya fueron despedidos.

Insistimos, aun está por saberse la magnitud del robo, cuándo comenzó y quiénes son todos los involucrados. Sabemos que Raúl Torrealba recibía la platita en un sobre mes a mes de manos de Antonia Larraín, que, a su vez, lo recibía de su tío Domingo Prieto que administraba muchas lucas de una comuna con muchas lucas. Esa es la historia por ahora.

Pareciera sencillo narrar los hechos y en algún sentido lo es. El problema es que por estos días son tantos los robos hormiga con el mismo modus operandi -el billetito en el sobre- que a ratos se confunden los personajes – la PDI, Fuente Alba, Javiera Blanco y la cueva de los ladrones, los pacos, etc., etc.- y los escenarios.