El pasado 28 de agosto, en Valdivia, “La Ollita de Neruda”, cumplió su primer aniversario. Como dice la consigna, Solo el pueblo Ayuda al pueblo. Y es que cada vez que el capitalismo arrecia, los pobladores saben responder. En la población Pablo Neruda, a la crisis política, económica y de salud, los pobladores le opusieron la solidaridad, la organización y la dignidad. Y van por más.
“El problema de la alimentación no es un problema nuevo para nuestro pueblo”- afirma Javier, poblador e integrante de “La Ollita de Neruda”, una de las cientos de ollas comunes que surgieron como respuesta frente al hambre en las poblaciones. “Con la necesidad que tenía la gente, se agudizó la problemática de la falta de alimentación en muchos sectores, donde nacieron las ollas comunes en base a la organización del mismo pueblo, de la misma gente. Porque el pueblo ha podido combatir el hambre no solo ahora, sino que históricamente, con las ollas comunes del año 73 en adelante, en la dictadura de Pinochet ya existían las ollas comunes donde la organización fue un pilar fundamental para que la falta de comida pueda ser reemplazada de mejor manera. La organización en las poblaciones fue la que llevó a cabo que la gente que no tenía nada pudiera tener algo para echarse a la boca”
El relato de Javier corrobora la historia de las ollas comunes en nuestra patria. Los trabajadores, en sus barrios, enfrentados a los problemas más acuciantes que genera el capitalismo, cesantía, falta de recursos, hambre, abandono, recrean los valores de su clase inventando soluciones a los dilemas, que retratan su forma de ver el mundo. No de forma individualista, sino de forma colectiva. Con organización, con un método, apoyándose los unos en los otros, con solidaridad, con honestidad, con confianza en ellos mismos, distribuyendo las funciones, asumiendo los desafíos, rescatando de la obstinada memoria histórica las herramientas que el pueblo ha probado ante los suyos que sí funcionan. Desechando las que la experiencia les ha enseñado que no sirven.
La organización, en la población Pablo Neruda de Valdivia, se empezó a ver desde el estallido social en adelante. “Con el estallido social y la pandemia la gente tuvo que organizarse y armar de nuevo estas ollas comunes. Sabemos que esto no se causó solamente con la pandemia, sino que hace mucho tiempo la gente viene sufriendo con este sistema capitalista. Nuestros viejitos, nuestros jubilados pasan frío, pasan precariedades. Por lo tanto, la organización es vital para enfrentar y colaborar para que el frío y hambre no sea tanto”, ahonda Javier en el relato.
Hoy la situación no es muy distinta a las que antaño el pueblo ha vivido y como todos sabemos, uno de los grupos más desvalidos en nuestras poblaciones son los adultos mayores. Aquellos que ayer entregaron todo, hoy solo reciben portazos. Con pensiones miserables y abandonadas a su suerte, apenas sobreviven a la crisis sanitaria y económica, que siempre aprieta al más débil. Ahí centra su trabajo la olla común de la población Pablo Neruda, que principalmente solidariza con adultos mayores de la población, entregando almuerzos dos veces a la semana. “También entregamos dignidad. Porque dignidad es lo que nos sobra como pueblo”. Explican Javier y Matías, ambos participantes de la ollita de Neruda.
“Luego de un año de trabajo, la idea es mantener en pie esta iniciativa, porque el hambre no se acaba cuando termine la pandemia, de eso no hay duda. Tampoco hay duda del apoyo, la solidaridad de los vecinos y de organizaciones populares como la Red de Abastecimiento Popular (RAP), que abastecen semana a semana a la ollita, siendo un pilar fundamental no solo para esta iniciativa sino también para otras ollas y sectores populares de la ciudad”, finaliza Javier.
Desde el sur el pueblo saca a relucir sus mejores cualidades, solidaridad, abnegación, constancia, responsabilidad y por sobre todo confianza en el pueblo, confianza en su organización y fuerza, en su lucha diaria por una mejor vida, por una mejor sociedad.