“Muero por lo que es justo”

Cuando un ex marino golpista, miembro de la convención constitucional, es premiado por sus pares para seguir entre ellos, se avala su inmoralidad. Quienes lo admiten en su seno son cómplices de la impunidad. Es nuestro deber recordar a patriotas, hombres dignos que, hasta el último momento, no pudieron ser doblegados y fueron asesinados por luchar por su pueblo. Es el caso de los prisioneros de Pisagua.

Hace 31 años se encontraron 19 cuerpos de prisioneros políticos desaparecidos. Estaban enterrados en Pisagua. Muchos otros aún no han sido hallados.

Pisagua fue utilizado como campo de prisioneros por los regímenes de Gabriel González, Carlos Ibáñez y Augusto Pinochet. No es de extrañar que el mismo Pinochet, durante el gobierno de González Videla, la “rata”, según palabras de Neruda, formara parte del contingente que mantuvo presos a más de 2.000 chilenos que eran militantes del Partido Comunista. Más tarde, Carlos Ibáñez, un ex militar, hará lo mismo con militantes de izquierda e incluiría a homosexuales entre los prisioneros. Por último, la dictadura militar, tras el golpe de Estado, enviará a ese campo de prisioneros a más de 2.500 hombres y mujeres.

Por allí pasarían y serían asesinados: Michel Nash, conscripto del ejército que realizaba su servicio militar; tenía 19 años. Juan Calderón Villalón, ex infante de marina. Juan Jiménez Vidal, ex infante de marina. Todos ellos serían el escarmiento y ejemplo para otros militares que quisieran apoyar a su pueblo.

Para matarlos, como los militares asesinos son cobardes, les dispararon por la espalda. Luego dirían que se querían escapar y que murieron por la “ley de fuga”. Esa misma ley de fuga que Carabineros pedía que se hiciese efectiva, después del 18 de octubre del 2019, para poder matar legalmente a los manifestantes.

A décadas de las muertes de los chilenos asesinados por la dictadura, levantamos la voz para señalar a todos los asesinos y cómplices que, amparados en el dinero, el poder y en la traición a su país, hicieron un golpe de Estado, no contra un presidente, sino contra un pueblo que tenía la esperanza de cambiar tanto tiempo de injusticias. Son malvados, porque los movía el dinero. No querían perder sus privilegios. Se aliaron al enemigo traicionando su patria. Quedan representados en el ex marino que está en la constituyente, un individuo sin calidad moral alguna, de pocas luces, que todo lo que logró lo obtuvo por su apoyo a un golpe de Estado. Vive de lo injusto. En contraposición, en uno de los cuerpos enterrados en Pisagua, el del profesor Luis Humberto Lizardi Lizardi, de 26 años, se encontró una carta. Él sabía que lo asesinarían, la carta queda como muda testigo de su muerte: “Queridos padres: Mañana quizás yo esté muerto y es por eso que antes de partir les escribo estas breves líneas con el apuro que las circunstancias exigen. Quisiera por última vez expresarles que sólo a ustedes debo todo lo que fui, que gracias a vuestras enseñanzas, pude vivir mi existencia plena y verdadera. Fueron años bien vividos con el amor de ustedes y el otro amor. Viví plenamente y por eso me duele partir. Al fin y al cabo, muero por lo que es justo.”