Algo huele mal en Dinamarca

Eduardo Villa caminó un par de cuadras todos los meses desde 2015 a 2017, desde la oficina del jefe, en el cuartel general de la PDI hasta dos bancos, para depositar hasta $3 millones en efectivo. Eduardo Villa es en realidad Eduardo Villablanca, subcomisario de la PDI. Su jefe, era Héctor Espinoza Valenzuela, director de la PDI durante el gobierno de Bachelet. Villablanca, el jefe y su señora enfrentan hoy una querella por lavado de dinero y malversación de fondos públicos por parte del Consejo de Defensa del Estado.

¿Quién echó al agua al ex director de la policía de investigaciones, Héctor Espinoza? ¿Es un ajuste de cuentas o una cobrada de mano desde Carabineros? ¿Por qué si existía la alerta -red flags le llaman- desde 2017, recién cuatro años después hay una querella en la justicia?

Los entretelones de esta nueva temporada de “No me den na`,  pónganme donde haiga” los iremos sabiendo con el correr de los días. El caso de Héctor Espinoza, ex director de la PDI  la lleva adelante el fiscal regional de Magallanes, Eugenio Campos luego de una querella interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado tras la alerta que diera la Unidad de Análisis Financiero del Gobierno, que a su vez habría recibido una alerta roja  desde el Banco de Chile. Suponemos que así fueron los hechos.

Aunque el mérito investigativo, señalan fuentes no oficiales, sería del fiscal de la investigación, Eugenio Campos en conjunto con el OS-7 de Carabineros.

Volvamos a Eduardo Villablanca, el hombre que cruzaba un par de calles  para depositar platita en efectivo todos los meses – desde 2015 a 2017- en cuentas bancarias del ex director PDI y su señora, María Neira Cabrera funcionaria del SII, en los bancos Estado y Banco de Chile. Eduardo Villablanca cantó y contó todo. Es el testigo clave con que cuenta la investigación del fiscal magallánico.

Antes que Villablanca echara pa´ delante al jefe,  fueron los funcionarios del Banco de Chile, los que alertaron de la situación. Algo olía mal en Dinamarca. El ex director y su señora ganaban su buena platita como funcionarios públicos, pero lo extraño era que hicieran depósitos en efectivo. Eso es cosa de gitanos, pensarían los ejecutivos bancarios.  Esta fue una de las primeras alertas, señala la investigación.

Entre otras cositas, el matrimonio se habría comprado un departamento de $440 millones en las Condes y una camioneta vintage del año 1957.

Los funcionarios del Banco de Chile le hicieron una visita a Héctor Espinoza para saber que qué onda con el efectivo. Espinoza un poco molesto -contarían luego los ejecutivos del banco- les dijo que el dinero eran ingresos de asesorías, viáticos y comisiones por servicios.

A los funcionarios no les cuadraba la explicación. Cómo tanto viático y asignación. En total, fueron 53 depósitos y comenzaron a los meses de estar en su flamante cargo. Hoy se sabe que esos depósitos coincidían con las fechas en las que Espinoza hacía uso de los “gastos reservados” para actividades de inteligencia y otras acciones “críticas” propias del cargo.

En la misma época que Espinoza le ordenaba a Villablanca que trasladara millones en efectivo desde calle General Mackenna hasta los bancos Estado y de Chile,  era formalizado el jefe de la dirección de finanzas de Carabineros por su participación en el megafraude que luego conoceríamos como el Pacogate, donde los altos mandos de la institución se robaron alrededor de $35 mil millones entre 2006 y 2017.

Espinoza está acusado por malversación de caudales públicos por un total de $130 millones. Pero se sabe que tuvo acceso a $1300 millones en gastos reservados. Esta es solo la punta del iceberg, capítulo 1.