Para explicar por qué hacen lo que hacen, el capitalismo recurre a todo tipo de argumentos. En el caso de la minera Dominga, declaran: “el pingüino de Humboldt se va a morir de cualquier forma”. De antología.
El fin del capitalismo es hacer dinero, acumular el capital, el cómo lo consigue no es materia de reproche, mientras genere trabajo y entregue dinero al Estado, todo está bien. Ese es el discurso que por décadas han tratado infructuosamente de meter en las mentes de las personas.
La depredación de los recursos naturales no importa. En Tierra del Fuego, depredaron los escasos bosques haciendo chips y enviándolos a tierras lejanas, defendían su punto de vista diciendo: daremos trabajo. Unos años después los habitantes de Puerto Porvenir no tenían trabajo ni bosques. Lo mismo ocurrió en Puerto Montt. La acuicultura se extendió por todas las costas del país, no había mucho que invertir y era un negocio redondo, pero los fondos marinos quedaban yermos, sin vida, por el daño del alimento que caía. Hasta hoy día se sigue haciendo sin restricciones. La pesca de arrastre en el mar tomaba todo lo que atrapaba, destruyendo el fondo marino y sus organismos como el coral y atrapando en las redes especies marinas que no les sirven y desechan muertas. Total, también iban a morir, alguien podría decir.
Al final de la dictadura y en los albores de la “democracia”, comenzó una locura capitalista, todos querían ser ricos desde la nada, vendían todo lo que estaba a la mano: arañas pollitos, lagartijas, plantas, etc., era una copia callejera del gran capitalismo que depredaba al país con las forestales, las pesqueras, las mineras, las inmobiliarias, el turismo, las plantaciones, etc. Todos querían ser ricos, sin invertir mucho, pero ganando cifras exorbitantes, sin preocuparse de la protección de los recursos naturales del país. ¡Que importan los relaves! Tirémoslos a los ríos. ¡Que importa llenar de pinos los terrenos! Hagámoslo. ¿Qué importa regar los paltos y dejar sin agua algunos pueblos! Sigamos adelante. La mentalidad cortoplacista y capitalista, inundó con dinero a los políticos y a los gobiernos que veían crecimiento en la depredación.
El problema es que esto no puede continuar. No aceptamos esto. Los recursos naturales son de todos los chilenos, no son de algunos. Debemos recuperar su control y preservarlos para las futuras generaciones y para el bienestar de nuestro pueblo.
Nadie debería quedarse impávido ante una persona que nos diga, que van a contaminar las costas del norte y morirán especies que viven miles de años ahí, y que no deberían vivir allí, porque son de climas gélidos, pero lo hacen por una corriente helada que surca las costas de nuestro continente, algo excepcional. Deberíamos enojarnos porque hacen lo mismo con los trabajadores, ¡no puede trabajar! Lo despedimos, tiene familia, ¡que se joda! Cuando dicen “el pingüino de Humboldt (igual) se va a morir”, lo que en verdad confiesan es: no nos importa nada, solo el dinero. Ya conocemos lo que esto significa.